lunes, 29 de julio de 2013

LA CREATIVIDAD SE EJERCITA

El pensamiento creativo, e incluso la espontaneidad pueden ser mejorados mediante técnicas organizadas y sistematizadas. Aunque  a primera vista las palabras organizadas y sistematizadas parecieran estar en el extremo contrario de conceptos como la creatividad y la espontaneidad, la verdad es que van muy de la mano. Por ejemplo, una de las cosas que hago de manera regular es escribir monólogos o sketches cómicos, y la comedia es un área en la que se requiere una mayor creatividad, además de habilidades como, pensamiento lateral, pensamiento disociado, capacidad lógica, y capacidad de conclusión.

Lo que sucede es que las habilidades que debe tener un buen comediante, y que son las mismas que debe de tener una persona creativa en cualquier área en la que se desarrolle, dependen de ciertos hábitos de la mente. Todas las personas que se dedican a algún oficio interpretativo, como actores, comediantes, conferencistas, músicos, y demás, saben que la frescura y espontaneidad es algo que se logra solo después de mucha práctica. Entonces, sabemos ahora, que la creatividad puede mejorar si nos entrenamos para ser más creativos.

La pregunta ahora es. ¿COMO?

Una de las primeras cosas que la mente creativa desea hacer es él rediseñarlo todo. Empieza imaginando como debería ser, o como mejorarías tú todas las cosas a tu alrededor. Imagina cómo sería un automóvil mejor, una manera más rápida de servir la comida en el restaurante en el que estás, la forma en la que podría funcionar mejor un foco, o algún aparato electrodoméstico. Si tomas por costumbre hacer esto una vez al día durante tres semanas, se convertirá en hábito. Tan sólo asegúrate de no molestar a los demás con tus constantes ideas.

Otra cosa que saben hacer las personas con inquietudes creativas, es el ver las cosas desde un punto de vista diferente o interesante. ¿Qué habría dicho tu personaje histórico favorito acerca de esto? ¿Como apreciaría un extraterrestre cierto comportamiento del que estás siendo testigo? ¿Cual es la perspectiva contraria a lo que se te está mostrando en este momento? El punto de esto es el hacerte este tipo de preguntas tontas a ti mismo, seguramente esto disparará dentro de tu mente interesantes resultados e ideas.

Si te acostumbras a pensar de esta manera, seguramente dentro de poco tiempo tendrás un montón de nuevas ideas que nunca se te habrían ocurrido, además de que tendrás un montón de nuevas cosas que añadir a tus conversaciones.

¿Tienes algún tipo de bloqueo y necesitas algo que te fuerce para parir una nueva idea? Escribe palabras al azar en varias tarjetas mézclalas todas y saca una sin saber cuál palabra es la que estás sacando. Luego oblígate a escribir un artículo o bien a desarrollar alguna idea desde el punto de vista que esta palabra que sugiera. Una variante de este ejercicio, si no quieres escribir palabras sobre unas tarjetas, es abrir un libro o un diccionario y señalar una palabra al azar.

La canción “while my guitar gentil weeps” de los Beatles fue escrita por George Harrison utilizando esta técnica. Un día se levantó de su sillón, caminó hasta su estantería, tomó el primer libro al azar, abrió una página cualquiera, puso sus dedos sobre la página con los ojos cerrados y al abrirlos estaba señalando la frase “gently weeps”.

Personalmente he utilizado mucho esta técnica y generalmente el resultado final dista mucho de la idea original. Muchas veces cuando tomas una idea al azar, por ejemplo un gancho de ropa, la sucesión de pensamientos finalmente te llevan a escribir quizás un artículo sobre las técnicas de pintura que se utilizaban en el renacimiento. O quizás al estar viendo una caseta telefónica en la calle, te lleve a escribir un poema acerca de los cambios y el deterioro del que somos víctimas los seres humanos, inevitablemente con el paso de los años.

Este método es uno de los más sencillos y fáciles de poner en práctica, trata de ponerlo en práctica la próxima vez que intentes escribir, o dibujar algo, y te darás cuenta cómo las ideas fluyen rápidamente y en direcciones en las que no te hubieras imaginado de haber tratado de centrarte en un concepto específicamente.

miércoles, 10 de julio de 2013

NUNCA HABRA UNA CONCLUSION.

Me gusta el silencio, la ausencia de ruido, el poder estar en comunicación directa e ininterrumpida con mi propia mente. Pero, de un tiempo para acá, me he vuelto un poco más resistente a las interrupciones del medio ambiente, de las cosas que están alrededor de mí.

Los últimos días los he dedicado solamente a consumir información a través de Internet. Seguramente esto es una forma más de evadirme de la realidad, siempre he tenido problemas con la realidad, aunque últimamente estoy confundido en cuanto al significado verdadero de la palabra “realidad”. En ocasiones las ideas martillean dentro de mi cabeza como golpes sordos de una marabunta que se cierne sobre mí y de la que llevo tratando de huir desde hace diez o veinte años. Aunque también debo admitir que cada vez es menos frecuente esta sensación.

Más que en otras ocasiones necesito escribir, pero también es cierto, que me es más fácil escribir en la actualidad que en otras ocasiones. Escribir sirve para calmarse, para verse reflejado en el papel escrito (pantalla en este caso), para dosificar nuestro propio ser y comprendernos mejor, a través de una copia al carbón de nuestros pensamientos.

En ocasiones siento que no encajo en ninguna parte, esto que es normal a los 15 años, me parece preocupante a los 28. Me pregunto si seré el único.

Me pueden llegar a aturdir las rutinas, las obligaciones, los quehaceres, los deberías. Nunca he sido un obsesivo por el orden, yo más bien siempre he dicho que el desorden significa trabajo, el desorden significa naturaleza, avance, cambio y en síntesis vida. Y aunque es verdad que es indispensable el orden para ciertas actividades humanas, no creo que una de ellas sea el pensamiento, al menos no el pensamiento artístico, el pensamiento creativo, el pensamiento que es capaz de unir dos cosas completamente distintas para crear un objeto original y nuevo. Ésa es la diferencia entre un ingeniero y un artista. Y eso es lo que hace que ambos sean mutuamente indispensables.

Otra idea que me ha saltado últimamente es la percepción de que todo está siempre en constante cambio, nunca existe una obra terminada, siempre esta todo inconcluso en la vida. Me atrevería a decir que la conclusión es un espejismo que nosotros nos creamos. En la vida real no existen finales felices, vamos de hecho ni siquiera existen finales a secas.

Todo es un continuo ahora mismo, podemos fácilmente trazar una línea, que una la época moderna hasta la época de las cavernas, pasando por todas las épocas que nos hemos construido artificialmente, para poder estudiarlas en las clases de historia de las escuelas. Sin embargo todo sigue siendo lo mismo, en el sentido en que todo sigue siendo un constante cambio.

Desde la época en la que los trovadores paseaban de ciudad en ciudad, cantando a cualquiera que pudiera pagarles, pues en ese momento no existían los reproductores MP3. Hasta la época actual en la que las personas se reúnen adentro de discotecas a escuchar grabaciones musicales que alguien hizo hace muchos años, incluso a escuchar grabaciones musicales hechas por personas que ya han muerto.

La gente sigue siendo genéticamente la misma, emocionalmente muy parecida, y sus metas e ideales, aunque en formas distintas, poco han variado en su fondo.

Alguien que en el siglo pasado hubiera alcanzado la excelencia en la construcción de algún tipo de instrumento de cuerdas, y que por esto haya pensado que su labor había concluido, poco se imaginaba que en el nuevo siglo vendrían nuevas tecnologías que traerían formas de música que las personas de su época ni siquiera hubieran podido imaginar en sus sueños más rocambolescos.

Lo mismo podemos decir de la época actual, nada de lo que hagamos será definitivo jamás, y las cosas que traerán las siguientes generaciones sin duda nos harían quedarnos con la boca abierta, el ojo cuadrado y demás deformidades físicas provenientes de nuestro asombro.

Ambos pensamientos, el hecho de que el desorden es inevitable pues el propio universo tiende a la entropía, y el hecho de que ninguna cosa está completa nunca, me parecen sumamente inquietantes, y al mismo tiempo tranquilizadores.

El saber que nada de lo que yo haga será suficiente jamás, me parece personalmente desalentador. Pero el hecho de saber también que, no soy responsable de absolutamente ningún aspecto de la existencia, o mejor dicho de la realidad que compartimos, me parece una razón más para relajarme, dejar de estar en guardia, y simplemente sentarme y ver el paisaje si es que así me apetece hacerlo en ese momento.

lunes, 8 de julio de 2013

DE QUE LADO ESTOY.

Estamos desesperadamente buscando el freno. Desde hace mucho tiempo he considerado a nuestra sociedad, o mejor dicho a nuestro mundo, como un montón de desgraciados arriba de un tren sin control que se precipita a toda velocidad por una pendiente que desemboca en un espectacular barranco de la muerte.

Dentro de este tren unos cuantos “lucidos” (como les llamara el director cinematográfico Adolfo Aristaráin en su película Martín Hache) nos preocupamos por la situación, y desesperados, buscamos infructuosamente el freno de la locomotora que se precipita hacia nuestra destrucción. Desde4 hace mucho tiempo he tenido esta sensación, pero en recientes fechas esta sensación se ha incrementado.

Aun así, no considero que el resto de los tripulantes de este tren hacia la catástrofe sean estupidos, ignorantes, o subnormales. Yo más bien diría que están en negación. Esta observación se ve confirmada con la desesperación disfrazada de las formas de oropel de la sociedad tanto occidental como oriental, porque actualmente se parecen más que nunca.

Una sociedad marcada por “lo que tengo que hacer”, “lo que se debe hacer”, “lo que es correcto hacer” y “cuando es correcto hacerlo” sin pensar en el perjuicio o beneficio real que obtengamos de ello.

La Ley de Pareto es insoslayable. El 20 por ciento de los individuos, producirá el 80 por ciento de los resultados siempre, esto significa que solo el 20 por ciento de los seres humanos son útiles al avance de la humanidad. Y a diario me pregunto, en que lado del porcentaje me colocare’ yo, una vez que haya muerto.