miércoles, 16 de enero de 2013

COMO ESCRIBIR PARA LA IMAGINACION

En el artículo anterior les compartí solamente algunos pensamientos que me vinieron a la cabeza al momento de estar escribiendo frente a la computadora, fue un ejercicio rápido y sencillo, pero que me demostró nuevamente lo fácil que es escribir algo interesante. A veces.

Básicamente la diferencia entre un escritor y una persona, que no es escritor, es que el escritor escribe. Bueno, esto que acabo de escribir podría estar nominado al oscar de lo más obvio del año, pero déjenme profundizar un poco al respecto. Todos tenemos pensamientos, pero sólo quienes escribimos los bajamos al papel como palabras. Más tarde otras personas los leen, y aquí está lo interesante de ser escritor, porque mediante este proceso, nuestros pensamientos (los de los escritores) se convierten en los pensamientos de nuestros lectores. Apuesto a que nunca lo habían visto de esta manera ¿Verdad? ¿Quién es el tonto ahora?

Y es que si lo pensamos bien, justamente este esta es la razón por la cual se inventó la escritura. Imaginémonos los tiempos antiguos en los que comenzó a realizarse la escritura cuneiforme en tierras mesopotámicas, fue tal la necesidad de estas personas de la antigüedad, de que sus pensamientos estuvieran en la cabeza de otra persona, que en su desesperación tomaron un pedazo de material duro para rasgar alguna superficie, y que de esta forma otra persona pudiera hacerse una idea de cuáles eran las imágenes que estaban en la cabeza de estos hombres.

Si nosotros tuviéramos el poder de la telepatía, y pudiéramos leer nuestros pensamientos entre nosotros, la escritura no sería necesaria, jamás se habría inventado, y seguramente una de nuestras más grandes diversiones sería proyectarnos entre nosotros novelas completas directamente a nuestras mentes.

Llámenme romántico pero afortunadamente esto no es así, muchas veces lo he mencionado aquí, para mi no hay nada que me parezca más sugerente que un papel con letras. En menor medida me llaman la atención los papeles con letras escritas a mano, cuando veo un papel con algo escrito a mano, pienso que bien podría ser una nota a de supermercado, o un recado rápido que alguien le dejó a otra persona. Pero cuando veo sobre la mesa un papel con letras de máquina, o de impresora por computadora (las de máquina me parecen más interesantes que las de impresora, pues me sugieren un papel mas antiguo) sé que se trata de un texto que alguien ha redactado a conciencia. Si está en el papel de manera permanente asumo que se trata de algo importante, y que por lo tanto se trata de algo bueno y digno de leer.

Entonces regresando a la historia de nuestros ancestros, la escritura nace como una manera de representar, en su expresión mínima, el conjunto de imágenes que están adentro de nuestra cabeza, o bien que se encuentran alrededor de nosotros, y que en determinado momento queremos que los demás tengan una idea de lo que nosotros hemos visto o experimentado.

Luego entonces, el trabajo de un escritor es el establecer cosas, objetos, o personas inventadas para formar imágenes, que no existen, y así provocar emociones en la mente de nuestros lectores. Si haces esto correctamente entonces serás un buen escritor.

Escribir una buena historia es algo así como una forma de hipnosis. Se usa el ritmo de las palabras para poner a tus lectores en una especie de trance, de tal manera que ellos se pongan en un estado receptivo para con tus ideas. Cuando un lector está feliz con la experiencia que le estás proporcionando se sentirán inmersos en tu historia, y dirán que acaban de leer un cuento o una novela muy buenos.

Lo primero que debes tomar en cuenta para mantener a tu lector en ese trance, es lo mismo que un director de cine debe de cuidar, en todo momento, a la hora de realizar una película. De la misma manera en la que, en una buena película no debe haber nada que te recuerde que estas viendo una película, tu escritura debe estar elaborada de tal manera que tu lector se mantenga dentro de tu historia, y no se acuerde de que está leyendo un libro.

Una buena consideración a la hora de intentar esto, es que tú texto debe tener sólo la cantidad de palabras indispensables para transmitir tu idea. Para esto los escritores utilizan la reescritura, que es releer tu texto y suprimir de él las palabras, las frases, párrafos, o hasta páginas y capítulos enteros que no sean indispensables para transmitir tu historia, sin afectar su contenido o estética. Esto para que el lector lea nuestro texto de la forma más sencilla y rápida, ya que un lector aburrido comenzará a pensar en otras cosas, y se saldrá del “encanto” de nuestra historia. De la misma manera en la que alguien que está viendo una mala película se sale de la sala de cine al baño, o a comprar más palomitas para por lo menos entretenerse comiendo.

El escritor Ernest Hemingway tiene un cuento muy famoso, es considerado el cuento más corto del mundo (incluso más corto que el cuento “El dinosaurio” de Augusto Monterroso) es tan corto que incluso lo puedo transcribir en este momento: “For Sale: Baby shoes, never worn”.

Este es un ejemplo de a lo que debe aspirar cualquier escritor. El lograr evocar la mayor cantidad de imágenes posibles, utilizando el menor número de palabras posibles. Como en este cuento de Ernest Hemingway, la frase “A la venta: Zapatos de bebé, nunca usados”. Que con sólo seis palabras (en el original) el autor logra evocar en nosotros toda una historia por demás triste y dramática, mucho más impresionante para cada uno de los que leen esta frase, que si en realidad la hubiera contado a través de una introducción, desarrollo, y conclusión. Pues esta historia, la historia de “For Sale: Baby shoes, never worn”, es una historia que no fue contada, y solamente existirá, de manera distinta, en la cabeza de cada una de las personas que lean esta frase.

Otra cosa que debes conseguir como escritor, es que tu lector confíe en ti lo suficiente como para otorgarte, por voluntad propia, su imaginación. El papel de ti como escritor será el de honrar esa confianza, otorgándole una historia digna de ser leída, y esto se consigue en gran medida atendiendo a las reglas de la buena narrativa. Existen infinidad de libros, y enciclopedias completas que exponen hasta el más mínimo detalle la infinidad de reglas, estructuras, corrientes y escuelas de la escritura. Pero como todos sabemos, a escribir solamente se aprende escribiendo.

Así que si tú, quien me lee, eres un joven que apenas está empezando a escribir, casi sería más útil para ti que, en lugar de enfrascarte en la lectura de extensos manuales de estilo narrativo, mejor tomaras un lápiz o el teclado y dedicaras, todo el tiempo que dedicarías a su lectura, a desarrollar un cuento una historia o una novela. Lo único a lo que debes tener en mente mientras escribes tus primeros trabajos, es que: “Todo lo que saque a tú lector de su sueño mientras te está leyendo es malo, y debes evitarlo”.

Ahora te pondré un ejemplo del tipo de cosas que debes evitar a la hora de escribir. Éste es solamente uno de los muchos ejemplos que ya iré tocando en posteriores artículos. Pero te repito, no debes esperar a leer mis siguientes artículos, si estás ansioso por aprender todo lo relacionado con la escritura siempre puedes acudir a un buen y grueso libro de desarrollo narrativo. Ahora que si estás ansioso por ser un escritor, entonces toma tu lápiz, o teclado en el instante en que tus ojos dejen de leer este artículo.

Algo que debes evitar es, la “intrusión del autor”. Esto se da cuando tú, al estar escribiendo una historia, expresas una opinión personal acerca del personaje, situación, o escena que estás escribiendo. En todo momento tú, como autor, debes considerarte un testigo omnipresente y omnisciente de los eventos que estas describiendo (salvo algunas excepciones), por lo tanto deberás mantenerte objetivo e invisible, y dejar que sea el lector quien saque sus propias conclusiones, y juicios de valor.

A menos que estés escribiendo un ensayo filosófico o tratado de ciencia, ya que éstos son ejemplos de literatura que no están encaminados a contar una historia, nosotros, los escritores de ficción, somos ante todo contadores de historias. Por lo tanto nuestros lectores deberán tomar parte activa en el desarrollo de nuestros cuentos, así que deberemos dejarles a ellos las conclusiones y los juicios de valor. En todo caso si deseamos dar algún punto de vista, respecto a alguna situación dentro de nuestras historias, siempre podemos recurrir al viejo truco de hablar a través de alguno de nuestros personajes. Es decir, expresar lo que queramos expresar, a través de las palabras o diálogos de algunos de los personajes que participan en nuestra historia.

En resumen, y para regresar al ejemplo de la hipnosis. Seguramente ustedes han escuchado, en alguna ocasión, a algún hipnotizador cuando dice que, en el momento en que un hipnotizador le ordena a alguien, que está bajo trance, que realice alguna acción que esta persona jamás realizaría estando despierto, en ese momento la persona que está bajo trance despertará automáticamente. De cierta manera se podría decir que, esta también, es la razón por la cual un escritor debe mantener su voz narrativa lo más neutral posible. El conflicto, la polémica, los juicios, y las conclusiones se los deberá de dejar a los personajes. De lo contrario nuestro lector corre el riesgo de salir de su trance.

Por supuesto, como todos sabemos, las reglas están hechas para romperse (sobre todo las de plástico que usábamos en la primaria jo, jo, jo). Y hay ocasiones en las que, la intrusión del autor, funcionará para la historia, o para el género que estemos escribiendo.

Por ejemplo algunos autores utilizan esta intromisión a manera de introducción de su historia, pero rápidamente se hacen a un lado y dejan que sus personajes continúen a partir de ese punto. Otros autores también utilizan la intrusión del autor al final de su historia, para cerrar las escenas como lo hacen en las películas con una voz en off. Como vemos esto puede funcionar en algunas ocasiones, siempre y cuando sea utilizada con cautela.

Básicamente todo se reduce a mantener a nuestros lectores dentro de la historia que les estamos contando. Dejar que los lectores vivan los personajes y las situaciones, sin distracción nuestra, que disfruten el acto de dejar de ser ellos mismos por un rato. Después de todo, y al igual que cualquier entretenimiento, para eso es para lo que todos buscamos los buenos libros.

martes, 15 de enero de 2013

TIENES MADERA DE ESCRITOR.

-Apaga la Televisión, la radio (o el dispositivo que uses para reproducir música, actualmente creo que ya nadie escucha la radio), quita de tu camino libros, revistas, y en general cualquier otra cosa que pueda servir de entretenimiento o distracción, y siéntate en un cuarto sin hacer absolutamente nada.

¿Cuánto puedes estar adentro de este cuarto sin volverte completamente loco? ¿Qué pasa entonces mientras estás solo y sin hacer nada? ¿Acaso comienzas a ver personas en tu cabeza que comienzan a hacer cosas? ¿Comienzas a imaginar historias?

-Éstas en la calle, o en algún café, o algún otro tipo de establecimiento público y de pronto escuchas o se te viene a la cabeza una buena idea para una historia. Obviamente tienes que escribirla rápidamente antes de que se vaya. Pero no hay ningún problema porque siempre cargas contigo una libreta pequeña, y una pluma especialmente preparadas para estos casos.

-Una buena noche para ti significa una noche en la que puedes pasar varias horas sentado en tu escritorio, con tus manos en el teclado, y tú vista en el monitor con el procesador de texto abierto. O mejor aún, un buen fin de semana lo visualizas de la misma forma.

-Consideras que el mayor beneficio de escribir un cuento, o una novela es el proceso de haberla escrito, incluso por encima del hecho de ver tu trabajo publicado algún día.

-Tienes conflictos con tus roomies, o familiares, por la enorme cantidad de libros que has metido en tu casa. Y en caso de vivir solo es común que tengas que hacerte un espacio entre tus libros para poder vivir.

Si de casualidad te has sentido identificado con alguna (o con todas) de las situaciones que acabo de describir, es un hecho que tienes madera de escritor.

viernes, 11 de enero de 2013

PONER UNA PIEDRA EN EL CAMINO.

De un tiempo para acá me ha dado por tomar paseos al aire libre por las noches. Generalmente salgo pasear cuando todavía hay un poco de luz, pero a mi regreso la mayoría de las veces ya esta oscureciendo, o bien ya es completamente de noche. Y como suelo hacerlo siempre que salgo a caminar, venía preguntándome sobre el porqué de las cosas, la  cognoscibilidad del ser, o la validez filosófica del alma, cuando de pronto me encontré con una zanja abierta justo unos pasos antes de llegar a ella.

Para fines de comprensión debo agregar el hecho de que iba por un camino cuesta arriba, por un paraje muy poco iluminado, siendo ya de noche, y la zanja en cuestión abarcaba por completo el ancho de la banqueta además de tener 1 metro y medio o 2 metros de profundidad. Con lo cual estamos hablando de más que un simple tropezón.

Si en ese momento yo hubiera venido caminando cuesta abajo hubiera sido más difícil para mí verla, y muy seguramente hubiera caído en esa zanja, o por lo menos me hubiera percatado de que existía estando mucho más cerca de ella. Con lo cual me hubiera llevado un buen susto.

Seguí caminando un par de pasos más, pero me detuve pensando en el peligro que significaba que hubiese una zanja de unos 2 metros de profundidad y que abarcara toda la banqueta. Se supone que las banquetas están hechas para que la gente circule sin ningún peligro por ellas. De tal forma que en ese momento la situación me resulto muy surrealista, y quizás por esa misma razón fue que se desencadeno toda la serie de ideas que me vieron a continuación.

Justamente esto me pasó a unos escasos 20 metros de un tanque de agua municipal, el cual para mí está asociado a una curiosa anécdota. Hace unos dos años, mi mamá sufrió un percance cuando también realizaba una de sus caminatas por la mañana. Se lastimó una rodilla y tuvo que estar varios días hospitalizada.

Después de esto vino un largo proceso de recuperación, donde ella acudía casi todos los días a una terapia de rehabilitación, siendo trasladada en una ambulancia de traslados hacia el centro de salud. Y fue en esos traslados donde conoció a un hombre, no sé exactamente su edad, el cual estaba tetrapléjico. Quedo en ese estado por un accidente que sufrió justamente en el tanque de agua que les acabo de mencionar.

Resulta que, una mañana en que esta persona iba a trabajar, al parecer iba con tiempo de sobra para tomar el camión rumbo a su trabajo. En este punto quizás valga la pena describir como es este lugar que les estoy mencionando. Visto desde afuera este tanque de agua parece más bien una construcción de concreto, una especie de caja de unos 100 metros por cada lado. Está construido de tal manera que la gente acostumbraba subir al techo de este tanque de agua, que ofrecía una superficie plana, y acostumbraba caminar alrededor de este tanque de agua para hacer un poco de ejercicio.

De hecho ahora que lo pienso, ésta podría ser una buena lección para todos los urbanistas de las ciudades, ya que si quieres tener un buen parque público, y que la gente lo use porque les gusta ir, lo único que necesitas es una superficie plana, por donde la gente pueda caminar, que este en un lugar céntrico, y que ofrezca una buena vista, como la ofrecía el techo de este tanque de agua. Porque estando a cierta altura se tenía una buena panorámica de buena parte de la ciudad, sin edificios ni anuncios que te estropearan la vista. De hecho era muy común ver, en el techo de este tanque de agua, a más gente en comparación con las plazas públicas que había alrededor de éste lugar.

Regresando al relato que les estaba contando, esta persona que mi mamá conoció en sus terapias de rehabilitación, estaba tetrapléjico. Lo que sucedió es que esa mañana, que iba a su trabajo con tiempo de sobra, decidió subirse al techo de este tanque de agua municipal y quedarse dormido un rato, mientras hacía tiempo para tomar su camión rumbo su trabajo. De hecho, de un tiempo para acá, ya estaba prohibido que la gente se subiera ese lugar por lo deteriorada que estaba la instalación. Puesto que dicha instalación nunca fue pensada para que la gente la utilizara como paseo peatonal.

Esta persona se quedó dormida, giro estando dormido, se cayó de una altura considerable (unos 5 ó 6 metros más o menos calculo yo), y estuvo inconsciente en ese lugar durante varias horas, hasta que alguien lo encontró por casualidad y llamó a una ambulancia.

Todas esas ideas en mi cabeza, me hicieron pensar en la necesidad de que esa zanja estuviera señalizada. Y no me refiero a reportarla, y esperar a que alguien del municipio viniera a hacerse cargo de eso. Me refiero a que esa zanja sin señalización era algo que tenía que resolverse ya, y dadas las circunstancias tenía que hacerlo yo, ya que muy probablemente la siguiente persona que pasara después de mí por ese lugar sería la que caería en esa zanja.

Me llaman mucho la atención estas dos ideas que surgieron repentinamente en mi mente. Supongo que este tipo de cosas es lo que emerge en la mente de todo mundo cuando se presenta alguna tragedia de gran tamaño, como el ataque del 11 septiembre, o algún terremoto o huracán. Estas dos ideas “tiene que hacerse algo ya”, y “tengo que hacerlo yo”, me da la impresión de que pueden ser un gatillo muy poderoso para nosotros, en general, y que deberíamos de tomarnos el tiempo para explorar estos conceptos, más allá de su aparición natural en nuestras mentes al momento de enfrentarnos a problemas mayores, como los que acabo de mencionar.

Así que inmediatamente tomé un par de piedras que había cerca del lugar, (unas piedras de buen tamaño) y las coloque a ambos lados de la zanja para que, tanto las personas que iban en una dirección o en la otra, tuvieran alguna referencia para detenerse y percatarse de que había una zanja, pues como ya había dicho la iluminación era muy pobre en ese lugar.

Me alejé de ese lugar pensando, “quién sabe, a lo mejor con lo que acabo de hacer quizás habré cambiado la vida de alguien, sin saberlo yo, y sin saberlo siquiera esa persona que, pudo haber caído en esa zanja, si no hubiesen estado de casualidad esas piedras en ese lugar”. O quién sabe a lo mejor ese pensamiento no pasa de ser más que una chaqueta mental.

No se porque pero, desde hace mucho, me gusta pensar que de alguna manera, todos podemos interferir de forma involuntaria, en la vida de los demás. Se dice que una persona debe plantar un árbol, tener un hijo, y escribir un libro antes de morir.

Por mi parte nunca he sido un hombre de campo, aunque es muy probable que en alguna ocasión, siendo un niño, haya plantado algún árbol pero dudo mucho que haya prosperado. A la segunda posibilidad renuncié desde muy joven, a los 18 años más o menos decidí que nunca iba a tener hijos. Y por último el escribir un libro, que quizás es lo más cercano que esté a mi persona, no se ha dado porque no he encontrado ese tema en específico del cual sólo yo podré escribir, y que quedará como testigo de mi paso por este mundo una vez que haya muerto.

Por lo pronto lo que creo que si podemos hacer cada uno de nosotros, es poner una piedra en nuestro camino. Algo pequeño, quizás algo simbólico, muy probablemente algo que solamente va a tener significado para nosotros.

Así que sería interesante que, de vez en cuando cada que nos acordemos de esto, poner una piedra, una acción, un gesto, un comentario, cada uno de nosotros tendrá que decidir qué será ese algo, que podemos poner en nuestro camino, no en el camino de otra persona (nunca me han gustado los metiches) sino en nuestro propio camino, en el camino que nosotros estamos recorriendo. Esperando que, tal vez, nuestro camino converja con el camino que recorrerá otra persona, y que probablemente en su paso por ese lugar nuestra piedra le sea de beneficio. Aunque, ni esa persona ni nosotros, nos enteremos.

Estoy seguro de que ese tipo de interacciones, que son las más fáciles de hacer, son las que a nivel macro finalmente terminan teniendo las mayores repercusiones en la vida de este mundo. De maneras que nosotros jamás nos esperaríamos, y que probablemente nunca seamos capaces de comprender.