En el artículo anterior les compartí solamente algunos pensamientos que me vinieron a la cabeza al momento de estar escribiendo frente a la computadora, fue un ejercicio rápido y sencillo, pero que me demostró nuevamente lo fácil que es escribir algo interesante. A veces.
Básicamente la diferencia entre un escritor y una persona, que no es escritor, es que el escritor escribe. Bueno, esto que acabo de escribir podría estar nominado al oscar de lo más obvio del año, pero déjenme profundizar un poco al respecto. Todos tenemos pensamientos, pero sólo quienes escribimos los bajamos al papel como palabras. Más tarde otras personas los leen, y aquí está lo interesante de ser escritor, porque mediante este proceso, nuestros pensamientos (los de los escritores) se convierten en los pensamientos de nuestros lectores. Apuesto a que nunca lo habían visto de esta manera ¿Verdad? ¿Quién es el tonto ahora?
Y es que si lo pensamos bien, justamente este esta es la razón por la cual se inventó la escritura. Imaginémonos los tiempos antiguos en los que comenzó a realizarse la escritura cuneiforme en tierras mesopotámicas, fue tal la necesidad de estas personas de la antigüedad, de que sus pensamientos estuvieran en la cabeza de otra persona, que en su desesperación tomaron un pedazo de material duro para rasgar alguna superficie, y que de esta forma otra persona pudiera hacerse una idea de cuáles eran las imágenes que estaban en la cabeza de estos hombres.
Si nosotros tuviéramos el poder de la telepatía, y pudiéramos leer nuestros pensamientos entre nosotros, la escritura no sería necesaria, jamás se habría inventado, y seguramente una de nuestras más grandes diversiones sería proyectarnos entre nosotros novelas completas directamente a nuestras mentes.
Llámenme romántico pero afortunadamente esto no es así, muchas veces lo he mencionado aquí, para mi no hay nada que me parezca más sugerente que un papel con letras. En menor medida me llaman la atención los papeles con letras escritas a mano, cuando veo un papel con algo escrito a mano, pienso que bien podría ser una nota a de supermercado, o un recado rápido que alguien le dejó a otra persona. Pero cuando veo sobre la mesa un papel con letras de máquina, o de impresora por computadora (las de máquina me parecen más interesantes que las de impresora, pues me sugieren un papel mas antiguo) sé que se trata de un texto que alguien ha redactado a conciencia. Si está en el papel de manera permanente asumo que se trata de algo importante, y que por lo tanto se trata de algo bueno y digno de leer.
Entonces regresando a la historia de nuestros ancestros, la escritura nace como una manera de representar, en su expresión mínima, el conjunto de imágenes que están adentro de nuestra cabeza, o bien que se encuentran alrededor de nosotros, y que en determinado momento queremos que los demás tengan una idea de lo que nosotros hemos visto o experimentado.
Luego entonces, el trabajo de un escritor es el establecer cosas, objetos, o personas inventadas para formar imágenes, que no existen, y así provocar emociones en la mente de nuestros lectores. Si haces esto correctamente entonces serás un buen escritor.
Escribir una buena historia es algo así como una forma de hipnosis. Se usa el ritmo de las palabras para poner a tus lectores en una especie de trance, de tal manera que ellos se pongan en un estado receptivo para con tus ideas. Cuando un lector está feliz con la experiencia que le estás proporcionando se sentirán inmersos en tu historia, y dirán que acaban de leer un cuento o una novela muy buenos.
Lo primero que debes tomar en cuenta para mantener a tu lector en ese trance, es lo mismo que un director de cine debe de cuidar, en todo momento, a la hora de realizar una película. De la misma manera en la que, en una buena película no debe haber nada que te recuerde que estas viendo una película, tu escritura debe estar elaborada de tal manera que tu lector se mantenga dentro de tu historia, y no se acuerde de que está leyendo un libro.
Una buena consideración a la hora de intentar esto, es que tú texto debe tener sólo la cantidad de palabras indispensables para transmitir tu idea. Para esto los escritores utilizan la reescritura, que es releer tu texto y suprimir de él las palabras, las frases, párrafos, o hasta páginas y capítulos enteros que no sean indispensables para transmitir tu historia, sin afectar su contenido o estética. Esto para que el lector lea nuestro texto de la forma más sencilla y rápida, ya que un lector aburrido comenzará a pensar en otras cosas, y se saldrá del “encanto” de nuestra historia. De la misma manera en la que alguien que está viendo una mala película se sale de la sala de cine al baño, o a comprar más palomitas para por lo menos entretenerse comiendo.
El escritor Ernest Hemingway tiene un cuento muy famoso, es considerado el cuento más corto del mundo (incluso más corto que el cuento “El dinosaurio” de Augusto Monterroso) es tan corto que incluso lo puedo transcribir en este momento: “For Sale: Baby shoes, never worn”.
Este es un ejemplo de a lo que debe aspirar cualquier escritor. El lograr evocar la mayor cantidad de imágenes posibles, utilizando el menor número de palabras posibles. Como en este cuento de Ernest Hemingway, la frase “A la venta: Zapatos de bebé, nunca usados”. Que con sólo seis palabras (en el original) el autor logra evocar en nosotros toda una historia por demás triste y dramática, mucho más impresionante para cada uno de los que leen esta frase, que si en realidad la hubiera contado a través de una introducción, desarrollo, y conclusión. Pues esta historia, la historia de “For Sale: Baby shoes, never worn”, es una historia que no fue contada, y solamente existirá, de manera distinta, en la cabeza de cada una de las personas que lean esta frase.
Otra cosa que debes conseguir como escritor, es que tu lector confíe en ti lo suficiente como para otorgarte, por voluntad propia, su imaginación. El papel de ti como escritor será el de honrar esa confianza, otorgándole una historia digna de ser leída, y esto se consigue en gran medida atendiendo a las reglas de la buena narrativa. Existen infinidad de libros, y enciclopedias completas que exponen hasta el más mínimo detalle la infinidad de reglas, estructuras, corrientes y escuelas de la escritura. Pero como todos sabemos, a escribir solamente se aprende escribiendo.
Así que si tú, quien me lee, eres un joven que apenas está empezando a escribir, casi sería más útil para ti que, en lugar de enfrascarte en la lectura de extensos manuales de estilo narrativo, mejor tomaras un lápiz o el teclado y dedicaras, todo el tiempo que dedicarías a su lectura, a desarrollar un cuento una historia o una novela. Lo único a lo que debes tener en mente mientras escribes tus primeros trabajos, es que: “Todo lo que saque a tú lector de su sueño mientras te está leyendo es malo, y debes evitarlo”.
Ahora te pondré un ejemplo del tipo de cosas que debes evitar a la hora de escribir. Éste es solamente uno de los muchos ejemplos que ya iré tocando en posteriores artículos. Pero te repito, no debes esperar a leer mis siguientes artículos, si estás ansioso por aprender todo lo relacionado con la escritura siempre puedes acudir a un buen y grueso libro de desarrollo narrativo. Ahora que si estás ansioso por ser un escritor, entonces toma tu lápiz, o teclado en el instante en que tus ojos dejen de leer este artículo.
Algo que debes evitar es, la “intrusión del autor”. Esto se da cuando tú, al estar escribiendo una historia, expresas una opinión personal acerca del personaje, situación, o escena que estás escribiendo. En todo momento tú, como autor, debes considerarte un testigo omnipresente y omnisciente de los eventos que estas describiendo (salvo algunas excepciones), por lo tanto deberás mantenerte objetivo e invisible, y dejar que sea el lector quien saque sus propias conclusiones, y juicios de valor.
A menos que estés escribiendo un ensayo filosófico o tratado de ciencia, ya que éstos son ejemplos de literatura que no están encaminados a contar una historia, nosotros, los escritores de ficción, somos ante todo contadores de historias. Por lo tanto nuestros lectores deberán tomar parte activa en el desarrollo de nuestros cuentos, así que deberemos dejarles a ellos las conclusiones y los juicios de valor. En todo caso si deseamos dar algún punto de vista, respecto a alguna situación dentro de nuestras historias, siempre podemos recurrir al viejo truco de hablar a través de alguno de nuestros personajes. Es decir, expresar lo que queramos expresar, a través de las palabras o diálogos de algunos de los personajes que participan en nuestra historia.
En resumen, y para regresar al ejemplo de la hipnosis. Seguramente ustedes han escuchado, en alguna ocasión, a algún hipnotizador cuando dice que, en el momento en que un hipnotizador le ordena a alguien, que está bajo trance, que realice alguna acción que esta persona jamás realizaría estando despierto, en ese momento la persona que está bajo trance despertará automáticamente. De cierta manera se podría decir que, esta también, es la razón por la cual un escritor debe mantener su voz narrativa lo más neutral posible. El conflicto, la polémica, los juicios, y las conclusiones se los deberá de dejar a los personajes. De lo contrario nuestro lector corre el riesgo de salir de su trance.
Por supuesto, como todos sabemos, las reglas están hechas para romperse (sobre todo las de plástico que usábamos en la primaria jo, jo, jo). Y hay ocasiones en las que, la intrusión del autor, funcionará para la historia, o para el género que estemos escribiendo.
Por ejemplo algunos autores utilizan esta intromisión a manera de introducción de su historia, pero rápidamente se hacen a un lado y dejan que sus personajes continúen a partir de ese punto. Otros autores también utilizan la intrusión del autor al final de su historia, para cerrar las escenas como lo hacen en las películas con una voz en off. Como vemos esto puede funcionar en algunas ocasiones, siempre y cuando sea utilizada con cautela.
Básicamente todo se reduce a mantener a nuestros lectores dentro de la historia que les estamos contando. Dejar que los lectores vivan los personajes y las situaciones, sin distracción nuestra, que disfruten el acto de dejar de ser ellos mismos por un rato. Después de todo, y al igual que cualquier entretenimiento, para eso es para lo que todos buscamos los buenos libros.
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