martes, 31 de diciembre de 2013

NO ABRAZOS, NO APRENDIZAJE, SOLAMENTE SEINFELD.

“Seinfeld, la serie de televisión acerca de nada”. 

Como lo había mencionado en el podcast de Antimateria, estos últimos días del año, donde el ritmo de la vida baja y uno tiene mas tiempo libre, he tenido oportunidad de revisar los episodios de la serie noventera Seinfeld. Es por eso que decidí cerrar el 2013 con este articulo donde expongo, mas o menos como fue mi experiencia con esta serie, de la cual me hice aficionado mucho tiempo después de que terminara de producirse en 1998.

También decidí abrir este articulo, citando esta sonada frase de los noventas porque, si uno lee cualquier articulo o post en internet acerca de Seinfeld, inevitablemente en algún momento de la lectura uno se encontrará con este eslogan, que era la tarjeta de presentación de esta serie.

Por lo tanto he querido desembarazarme pronto de este lugar común, y lo hago con el firme propósito (llámenlo propósito de año viejo) de que no repetiré dicha idea a lo largo de todo mi articulo. Hago esto porque para quienes somos fans de esta serie, escuchar o leer la frase “la serie que no trata de nada” es como si nos dijeran que el pasto es verde, el cielo azul, o el podcasting está muerto. Simples obviedades.

Al igual que la mayoría de los que fuimos niños en los años 90s, el primer indicio que tuve de que en el mundo existía algo que se llamaba Seinfeld, fue el capitulo de los Simpson en donde, al querer darle mas fama a la ciudad de Springfield, las hermanas de Marge, Paty y Selma, proponen en una junta publica que el nombre de la ciudad de “Springfield” se cambie por el de “Seinfeld”.

A pesar de la decisión de los traductores, de eliminar ese chiste, uno podía ver que en el pizarrón del ayuntamiento se leía la frase Seinfeld.


Comprendo el porque hicieron esto. En primer lugar, seguramente a la oficina de la cadena Fox en México, no le agradaba la idea de que Los Simpson hicieran promoción de una serie producida por una cadena rival (NBC), en el mercado mexicano. Por otra parte, una de las funciones del doblaje es hacer que la obra original sea entendida por el mercado al que se esta doblando, y hasta donde alcanzo a recordar, la serie Seinfeld no era nada conocida en México. De hecho, hasta hace un par de años, yo tenia la idea de que jamás se había doblado para México, pero hace poco, investigando en internet, di con un listado de los actores que supuestamente habrían hecho un doblaje al español de esta serie.

Según los datos que encontré en internet, el doblaje al español se habría hecho solo para las primeras tres o cuatro temporadas (al parecer México no estaba listo para el humor de Seinfeld), y se acredita al actor Alfonso Obregón como interprete de Seinfeld en español, Mario Castañeda en la voz de Kramer (de verdad que no me lo imagino en ese papel), María Fernanda Morales seria la voz de Elaine, y Herman López habría hecho la voz de George Constanza. Imagínense a George Constanza con la voz del papá del pescadito Nemo, a Kramer con la voz de Goku y a Jerry con la voz del ogro Shrek.

Esto ha hecho que nazca en mí el deseo de comprar los DVDs de la serie en español latino, si es que existen, solamente por la curiosidad de ver las caras de los protagonistas de Seinfeld, con voces mexicanas. Puesto que, de este doblaje al español de Seinfeld, no existe ninguna pista en internet. Luego de haber visto la serie completa, y algunos episodios varias veces en su versión original, seguramente será una cosa rarísima.

El caso es que, aun en aquellos años de juventud, uno ya estaba acostumbrado a que ciertos chistes fueran tropicalizados, y resultaran inentendibles, dentro del doblaje de nuestras caricaturas. Esto que hoy le horroriza a algunos, en aquellos momentos no nos importaba en lo absoluto. Bueno, no importaba salvo ciertas excepciones, una de esas excepciones fue el episodio en el que el Señor Burns acude a una estación de radio.


La situación que se dio en ese episodio de los Simpson solamente pudo haber sido comprendida en su totalidad por las personas que vivíamos en Monterrey, así que esta es una pregunta directa para los responsables de ese episodio: ¿De verdad pensaron que nos tragamos la falacia de que, esa caricatura de un tipo gringo con entradas, pelo largo y rubio era Juan ramón Palacios?


En mi escuela existían también niños afortunados, niños que tenían en sus casas antenas parabólicas. Ellos eran los que nos informaban, al resto de los niños miserables, sobre las actualidades que existían en la cuna de la cultura pop moderna, Estados Unidos. Recuerdo que algún compañerito nos platicaba, a raíz de que salió al aire el este capitulo de los Simpson, donde mencionan a Seinfeld, que dicha palabra era una serie que pasaban en Estados Unidos. Incluso nos platicaba algunos por menores de ese programa.

En ese momento las series en “live action” que me animaba a ver eran “La Niñera” “El Príncipe del Rap” “Salvados por la Campana”, así que yo visualizaba la dichosa serie de Seinfeld al estilo de estas series.

Un grupo de amigos con los que me juntaba en la escuela (el único momento del día que lo dedicaba a socializar), nos reuníamos religiosamente a la hora del recreo a platicar sobre las series que se transmitían en TV abierta de aquellos años (1995), lo hacíamos al pie del asta de la bandera de la escuela. Incluso éramos reconocidos por nuestros profesores como los que dedicaban todo el recreo a solo sentarse y platicar. Había ocasiones en las que teníamos que pasar el recreo adentro de los salones, debido a la lluvia, entonces la maestra de nuestro salón nos permitía salir al pasillo de la escuela para sentarnos y platicar de lo que fuera que platicáramos.

Solo nos faltaba tener nuestras patillas, inflar el pecho, decir “deducción impositiva”, y apreciar el jazz improvisado para considerarnos adultos por completo.

El punto es que, a la edad de 10 años, era muy difícil que nos hubiéramos interesado en una serie de cuatro adultos neoyorkinos con, adolescencia tardía, que se la pasan yendo por la vida sin aprender nada, sin querer a nadie, y haciendo daño involuntario a cuanta persona se les cruza en su camino, con el único objetivo de sacar beneficio propio. Lo que de niños nos era completamente ajeno, hoy en día es una perfecta descripción del comportamiento de la sociedad en general, en los tiempos que corren.

Para un servidor Seinfeld llegaría unos 5 años después de que sus creadores le hubieran puesto punto final a la serie, convirtiéndose en un clásico instantáneo. Fue entre el 2001 o 2002, no lo recuerdo bien, casi al final de mi época de preparatoria, cuando por fin pude conocer las caras y las tramas de lo que en la década pasada había hablado tanto la gente adulta.

Mi veredicto fue que Seinfeld era mejor incluso que “Will & Grace” o “Just Shoot Me”, que por aquel entonces era mi serie favorita. Aun así, en aquel entonces no tuve la oportunidad de ver la serie completa, vi unos cuantos capítulos que me gustaron mucho, pero tuve que esperar a las épocas de internet para poder zambullirme por completo en la serie. Esto fue casi 10 años después de que la serie se hubiera terminado.

Durante casi una década Seinfeld fue para mi esa cosa genial, que habían hecho los gringos cuando yo era niño, pero que me lo había perdido, y que actualmente carecería de sentido verlo, puesto que su momento había pasado. Es mas o menos lo que siento hacia series como Cheers, que a pesar de haber sido gran fan de la serie Frasier en mi época de preparatoria, nunca me he animado a adentrarme en la serie Cheers, la cual fue el origen del personaje de Frasier Crane. Una vez que hube visto la serie de Seinfeld, caí en cuenta de cuan equivocado estaba.

Aun hoy, al momento de estar escribiendo estas líneas, la serie es tan actual como cuando la vi en la década pasada, o como cuando se emitió el primer capitulo a principios de los noventas. Y creo que esto se debe precisamente al hecho de no tratarse de nada… ¡Maldita sea caí!

Y es que, no solamente en la serie no pasa nada, sino que los personajes no hacen nada. Mas allá de moverse, reaccionar a su entorno y actuar en base a ciertas motivaciones primarias como el hambre, el miedo o la ganancia personal, ninguno de los personajes es virtuoso, ninguno presenta  ningún comportamiento digno de enaltecerse, o por lo menos de remarcarse. Nadie en la serie destaca por nada, ningún personaje lleva la batuta en ninguna situación, y para colmo, en una serie mayoritariamente conversacional, nadie dice jamás algo trascendente.

Ninguno de los 4 personajes principales aprende, ni evoluciona (o involuciona) un paso mas allá del estado en el que se encontraban al inicio del capitulo. Todos los personajes y sus respectivas circunstancias se mantuvieron de la misma manera desde la primera escena del episodio piloto, hasta la ultima escena del capitulo final, en la temporada nueve.

De hecho, los escritores se aseguraron de remarcar bien este detalle, pues en la ultima escena del capitulo final de la serie, Jerry Seinfeld y George Constanza, repiten las mismas líneas de la conversación con la que abrieron la primer escena del primer capitulo en 1989.

No me extrañó entonces cuando supe que Jerry Seinfeld es un gran fanático de los comics de Superman, en la serie, pero también en la vida real. Esta es la principal característica de los arcos argumentales en los comics de superhéroes, ya sean de Superman o de cualquier otro. No importa lo que suceda, o la época en al que estemos. Superman siempre será como debe ser Superman, Batman siempre será como debe ser Batman, La Mujer Maravilla siempre será la Mujer Maravilla, y cualquier intento artístico por modificarlos, simplemente pasará de moda, y será rápidamente olvidado.


Los personajes en Seinfeld compartían otra características del mundo de los comics, tenían amnesia sobre cualquier suceso importante y capaz de cambiar su vida o su perspectiva, que hubiera sucedido dentro de los capítulos anteriores de la serie.

Esto lo podemos ver mas claramente en el universo DC, por ejemplo, no importa que todo el universo haya sufrido un cataclismo terrible, dentro de las historias de los comics, a mediados de los 90s, al día de hoy los comics de Batman siguen contando variantes modernas de la historia original escrita en los 40s. Quizás con más sangre, con dibujos más elaborados y realistas, pero aun así, Batman seguirá haciendo lo mismo que ha hecho siempre, sin importar la cantidad de Robins o Nightwings que maten a lo largo de su misión.

De igual manera sucedía en Seinfeld, no importaba la cantidad de aprietos en los que Kramer los hubiera metido a todos, al episodio siguiente Kramer podía entrar al departamento de Seinfeld, sin siquiera tocar, tal como lo hizo desde el capítulo piloto. No importaba la cantidad de mujeres que Jerry Seinfeld hubiera metido a su departamento, sabíamos que cada capitulo tendría una novia nueva.

Y sobre todo, no importaba la enorme cantidad de actores invitados en la serie, sabíamos que ninguno de los personajes entablaría una relación lo suficientemente profunda, con ninguno de los principales, como para volverse personaje regular de la serie.

El lema de los creadores de la serie, Jerry Seinfeld y Larry David, era “no hugging, no learning” (no abrazos, no aprendizaje), en un evidente intento de que en la serie no cambiara ni la situación, ni los personajes. Esta filosofía da como resultado una sensación de seguridad, dentro de la serie, que seguramente contribuyó a que la serie fuera tan popular, y lo siga siendo hasta ahora.

Pongámonos en situación, uno podía llegar a su casa, a mediados de los noventas, y sin importar los problemas del trabajo, los problemas con la familia, lo que tuvimos que pasar en medio del trafico para llegar a nuestra casa, sabíamos que los jueves por la noche siempre iba a estar ahí el mismo episodio de Seinfeld. Con los mismos personajes, las mismas motivaciones, las mismas circunstancias, y al final del episodio, aunque el conflicto no se resolviera del todo, sabíamos que los escritores harían una elipsis, y nos presentarían a Kramer fuera de la cárcel, a Elaine de nueva cuenta buscando novio, a George viviendo con sus padres, o a Jerry peleando contra los detalles cotidianos de la vida de un treintañero de a pie, a pesar de que en el episodio anterior había comprado un auto Mercedes deportivo.

Esta estabilidad inamovible, dentro de la serie, nos daba además de una sensación falsa de seguridad, una sensación de poder y de control (ya se lo que va a pasar, siempre pasa lo mismo) de la que no nos damos cuenta, pero que disfrutamos y hace que nos enganchemos a algo. Y esto es también la razón de que las personas nos resistamos tanto al cambio, en general pero también en cuanto a series de televisión.

Un ejemplo de esto es la serie House, que seguramente sus creadores aun tienen pesadillas durante las noches, provocadas por la terrible baja de audiencia que tuvieron, al momento de reemplazar a toda la plantilla de doctores que le hacían contraparte al personaje de Gregory House.

Otro factor, a tomar en cuenta, en esta serie donde nada , o en el mejor de los casos poco ocurre, es que casi no hay referencias a las cosas de moda a mediados de los noventas. Nadie expresa los valores o la idiosincrasia propia de los noventas, ningún personaje los tenia realmente. Nadie se pronunciaba a favor o en contra de algo, o al menos no con demasiada fuerza. Cualquiera de los protagonistas era capaz de cambiar o eliminar sus ideales, a cambio de sexo, dinero, o una hamburguesa gratis. El resultado es una serie atemporal, amoral, y apática. En otras palabras, una serie perfecta para quien escribe, y para la mayoría de los individuos de la “generación X”, y de la generación de los “millenials”, egocéntricos y cínicos.

Otro factor es que la serie Seinfeld tiene el favor del ídolo que muere joven, como lo hicieran James Dean, Janis Joplin, o… Selina, y de esta manera la gente los recordaremos, por siempre, en su mejor momento. Seinfeld fue conocido por el público a nivel internacional con la entrada de los 90s (el piloto es de 1989) y se fue justo antes de la vergonzosa e ingrata etapa de transición entre los 90s y el nuevo milenio.

Seinfeld se fue en el 98, antes de que tuviéramos que soportar a Britney Spears, Austin Powers, Los Backstreetboys o la burbuja .com. De la misma manera que alguien, sobrio y respetable, que se va de la fiesta antes de que el ambiente se ponga decadente y lamentable.


Este ultimo  punto bueno, respecto a la serie de Seinfeld, se le debe exclusivamente el criterio de Jerry Seinfeld (Larry David había dejado la serie un par de años antes del final), y a su decisión de retirarse en el punto de mas popularidad de la serie, por todo lo alto y sacado de la plaza en hombros.

Un ejemplo del fenómeno que significo el final de la serie se ejemplifica perfectamente en la anécdota de que Frank Sinatra, legendario cantante de la época de oro del cine en Estados Unidos, falleció la noche en que se emitió el episodio final de Seinfeld, el 14 de Mayo de 1998. Su hija Nancy Sinatra tenia planeado ir a visitar a su padre exactamente esa noche. Pero durante toda la tarde la cadena de televisión puso un maratón de episodios de Seinfeld, para cerrar con el gran final por la noche.

Nancy Sinatra se entretuvo viendo el maratón y posteriormente el capitulo final de Seinfeld, me parece sumamente bizarro el pensar que, mientras media ciudad se encontraba viendo el final de Seinfeld, Frank Sinatra se encontraba siendo trasladado por las calles hacia el hospital Cedar-Sinai Medical Center, donde finalmente moriría poco después de terminar el episodio de Seinfeld (22:35pm). Posteriormente Nancy Sinatra habría dicho, en una entrevista, que “desearía mejor haber grabado el episodio esa noche”.

La serie de Seinfeld era buena, pero no era para tanto.

De estrenarse en estos tiempos Seinfeld habría sido probablemente mas exitosa, gracias al internet y  a las nuevas tecnologías. Pero de la misma manera, seguramente habría pasado al olvido de una manera igual de rápida. Sabemos que, en la actualidad, la sociedad tiende a adoptar modas de manera mas rápida, mas global, pero también a desecharlas mas rápidamente, sin que importe mucho la buena, o mala calidad de su concepto.

Además, para que un hipotético Seinfeld en la actualidad tubiera similar éxito entre los adultos jóvenes, seguramente se debería adaptar a los tiempos que corren. Quizás una mezcla entre Seinfeld y BigBang Theory, por aquello de que los “nerds” estuvieron de moda a finales de la década pasada. O quizás una mezcla entre Seinfeld y Breaking Bad, o Walking Dead. Prefiero quedarme con la versión original.

Si Seinfeld se hubiera creado en estos tiempos, seguramente no lo habría disfrutado tanto como lo hice en su momento, en la década pasada y aprovechando la intimidad de las épocas previas a las redes sociales.

No me imagino tener que leer en la actualidad Trending Topics como:

#MasterOfYourDomain
#HappyFestivus
#NoSoupForYou
#SERENITYNOW!!!

Eso habría arruinado la experiencia de la serie individualista, por excelencia, para un ser individualista como yo.

viernes, 27 de diciembre de 2013

RECUERDOS ETERNOS

Pocas cosas me preocupan sobre mi propia muerte, mas bien creo que en general lo que mas me preocupa a mi, y a cualquier persona,  es la muerte de nuestros seres queridos, por encima de la nuestra propia. Mas allá del hecho de dejar de existir, o del hecho de abandonar la consciencia de mi mismo. Me imagino que una vez que uno muere, poco nos importará lo que suceda después con nuestro cuerpo, o con el resto del mundo. Como dijera alguna vez Isaac Asimov (o mejor dicho, escribiera alguna vez) en alguno de sus libros: “La vida es placentera, la muerte es pacifica. Lo que es preocupante es la transición entre estas dos”.

Una de las pocas cosas que me perturban sobre la muerte, mi propia muerte, es el hecho de que todo lo que albergan nuestras cabezas desaparezca. Nosotros somos quienes somos, gracias a nuestros recuerdos. Si perdiéramos la capacidad de guardar recuerdos en nuestro cerebro, entonces seriamos como una persona nueva en cada día de nuestra vida, y definitivamente dejaríamos de ser individuos, dependeríamos en gran parte de otras personas para cubrir nuestras necesidades básicas, y poco podríamos hacer con nuestra vida. Si no creen esto último les recomiendo un documental llamado “El hombre con 7 segundos de memoria”. Es lo ideal, para ver, en estas épocas de celebración.

Hasta donde sabemos, nuestros recuerdos residen en nuestro cerebro en todo momento. Por ejemplo, es poco común que, a lo largo de nuestro día, cada uno de nosotros recordemos nuestro primer día de escuela. Generalmente es un recuerdo que, a pesar de ser uno de los recuerdos mas fuertes, solo acude a nosotros cada vez que alguien nos lo menciona, o algún agente externo, nos dispara el recuerdo. Tal como lo acabo de hacer yo en este momento.

 Lo curioso del asunto es que, ese recuerdo del primer día de escuela, no se encontraba hace unos momentos dentro de tu pensamiento. Ahora si lo esta (pues seguramente al estar leyendo esto, una parte de tu cerebro comenzó a recordar tu primer día de clases, mientras tu seguías leyendo), pero ¿Desde donde es que ha venido? Si quisiéramos rastrear dicho pensamiento, nos daríamos cuenta de que en realidad se trata de un patrón de impulsos eléctricos, que se están llevando cabo dentro de nuestro cerebro. Y es gracias a esto que la imagen y las sensaciones de aquel día emergen en nuestro pensamiento.

No sabemos exactamente de que manera, pero lo mas lógico es suponer que, a pesar de que el patrón de impulsos eléctricos que producen el recuerdo no esta sucediendo todo el día, todos los días en nuestro cerebro, hay algo dentro del mismo que puede albergar esta información en todo momento. Luego, cuando nosotros conscientemente le pedimos esta información al cerebro, de alguna manera que desconocemos, el cerebro reproduce de nuevo esta secuencia de impulsos eléctricos, y aparecen de nuevo las imágenes y las sensaciones de nuestro primer día de escuela, en nuestra cabeza.

Hasta donde los instrumentos médicos nos permiten ver al cerebro, lo que sucede es que la persona ordena al cerebro recordar, y acto seguido los recuerdos “suceden”. Nuestro cerebro se las arregla para procesar y guardar de manera, mas o menos permanente,  el recuerdo de nuestro primer día de escuela, pero también todos los otros recuerdos, del resto de nuestra vida. Dentro de apenas 1400 gramos de materia gris.

Lo peor de todo es que cuando morimos, al parecer, nuestro cerebro es lo primero en morir. Malas noticias, pues cualquiera que haya intentado meter un CD dañado a una lectora de CDs, sabe que si el soporte esta dañado, en este caso con necrosis por falta de oxigeno, poco se puede hacer por recuperar la información que tenia almacenada. Que muera nuestro cerebro es perder una enorme, y supongo yo, valiosísima cantidad de información. Lo mas espeluznante de todo es que esto es algo que sucede miles de veces todos los días. Y algún día mi cerebro, y el cerebro de todos ustedes que están leyendo estas líneas, morirán también.

¿Te quieres volver loco cada vez que tu computadora debe ser formateada y no tuviste oportunidad de hacer un respaldo? Ahora imagínate el día que pierdas el respaldo de todos los recuerdos, de toda tu vida. Supongo que el único consuelo que nos queda es que, como dije al principio: “una vez que uno muere, poco nos importará lo que suceda después con nuestro cuerpo, o con el resto del mundo”.

Por supuesto, para esto se inventaron los libros. La primer línea escrita en la historia de la humanidad, seguramente fue escrita por un cavernícola que, en el colmo de su frustración por no poder comunicar su idea directamente a la mente del otro cavernícola, comenzó a gesticular, a manotear, y por ultimo, tal vez por accidente, a realizar surcos en la tierra, para tratar de que su interlocutor comprendiera su idea original. Luego con el tiempo quizás se dieron cuenta de la importancia de conservar dichos surcos para no tener que repetirlos cada vez que quisieran explicarle lo mismo a una persona diferente. Y así fue que unos meses mas tarde se desarrolló el IPad… mas o menos así sucedió.

Pero incluso la narración más vívida, la novela mas completa, o la historia mas emocionante, no es mas que una pálida copia al carbón de las vivencias reales, e incluso de nuestros recuerdos. La diferencia entre un recuerdo y una biografía, sería como la diferencia entre un sueño y platicar tu sueño a otra persona al día siguiente. No hay punto de comparación entre ambas cosas.

Les puedo poner un ejemplo de esto. Uno de mis recuerdos mas antiguos es una ocasión, a los tres o cuatro años quizás, en que dentro de una bolsa de frituras me salió una estampa con una caricatura. No estoy seguro pero esa debió ser la primera vez que vi una cosa como esas, recuerdo que me preguntaba que era lo que tenia en las manos en ese momento, y el porque había salido de la bolsa de donde salían las “cosas” que yo me estaba comiendo. Seguramente es que así eran las cosas en el mundo, de vez en cuando uno esta comiendo “cosas”, aparecen papeles con dibujos, ahora la pregunta era que hacer con ese papel con una caricatura dibujada. Que mundo tan extraño era ese mundo al que yo me enfrentaba.

Incluso recuerdo, o creo recordar el lugar en el que sucedió esto, que ahora les describo, incluso podría señalarlo en un mapa, o mostrárselos en google street view. Pero aun así no podrían tener la experiencia de los ojos de un niño de 4 años, en un día soleado de 1989, viendo por primera vez una estampa con una caricatura. Lo recuerdo y hasta alcanzo a visualizarlo como una película borrosa y antigua (grabada en 8mm), pero soy la única persona del mundo que podrá ver esta película.

Lo triste del asunto es que nuestros recuerdos y vivencias, solo son accesibles para nosotros mismos. La ciencia ficción nos da la esperanza de que, algún día, se desarrolle alguna técnica para poder compartir recuerdos y experiencias entre seres humanos, pero por lo pronto solo son fantasías.

Por lo pronto, mas que la esperanza del año nuevo, yo conservo la esperanza de que la singularidad entre hombre y maquina suceda antes de que yo muera. Y si además, el volcado de cerebros dentro de computadoras, resulta ser algo de rápida expansión y relativo fácil acceso, así como lo fue el internet, pues que mejor.

jueves, 26 de diciembre de 2013

EL AÑO NUEVO SI EXISTE

Se llegó el año nuevo, y no debe ser un descubrimiento para nadie que en el mundo existimos muchas personas que tenemos una tendencia natural hacia la  melancolía. Es por esto que mostramos cierto recelo o aversión para con estas épocas. Por extraño que parezca existimos algunas personas que, de manera natural y en todo momento somos propensos a la melancolía, a la tristeza, a la seriedad.

Y esto se acentúa por supuesto en las épocas navideñas. Piensen en esto, las épocas navideñas son el momento del año en la que los índices de depresión y suicidios se incrementan dentro de la sociedad en general, imagínense ahora el efecto que una temporada de clima gris, frio, melancolía e introspección general puede tener en una persona que ya es así de manera natural el resto del año. Si las fiestas invernales son el momento en el que las personas normales se vuelven como nosotros, esto significa que los melancólicos nos hundimos todavía mucho mas en la tristeza.

En épocas decembrinas tenemos un poco, en algunos casos mucho, mas tiempo libre. También es la época en al que gracias a reuniones familiares artificiales nos reencontramos con familiares o amigos, que no habíamos visto desde hace mucho tiempo, y es entonces que comienzan los recuentos y las comparaciones. Además gracias a esto nos hacemos conscientes de cómo la vida va pasando por enfrente de nosotros y se va apagando en algunos casos. Esto hace de las fiestas decembrinas la oportunidad de entristecerse un poco en el caso de ser persona normal, o bien, de pegarse una depresión marca Kurt Cobain.

Aunque siempre tenemos a las fiestas, posadas (sin peregrinos), y borracheras en general que se dan en estas épocas, esto nos ayuda en muchos casos a que la depresión no nos pegue, o nos pegue sin darnos cuenta. ¿La compañía de nuestros familiares y amigos mas cercanos es siempre el mejor antídoto contra la tristeza? No, el alcohol.

A pesar de lo que pudieran pensar la mayoría de los que siguen mis pasos por internet, mi opinión es que lo que sucede en estas fechas, y mas específicamente el fin del año y el comienzo del año nuevo, es mucho mas que un truco publicitario por parte de las empresas, para hacernos comprar lo que no nos hace falta, y comer lo que no necesitamos comer. En realidad la mercadotecnia solo se ha encontrado con esta feliz coincidencia de las fiestas decembrinas, las cuales por cierto se celebran incluso mucho tiempo antes del surgimiento del mito de Cristo.

Mas allá de los anuncios insoportables, las reuniones innecesarias, y los regalos no solicitados, el cambio de ciclo en la vida de los seres vivos es una verdad objetiva, de verdad se da un cambio dentro de nuestro planeta cada vez que el mismo completa una vuelta alrededor del sol. A pesar de que el inicio del año sea un momento elegido arbitrariamente por la cultura dominante del planeta (recordemos que los chinos y los árabes celebran el año nuevo un poco desfasado del resto del mundo) lo cierto es que en verdad el hemisferio norte del planeta se encuentra en la parte menguante del ciclo de la vida mientras celebramos el año nuevo.

Los arboles mueren, o por lo menos muere su follaje, ciertos animales hibernan, otros más sucumben ante las bajas temperaturas, algunos afortunados logran irse a otras latitudes en busca de climas mas benignos, y millones de kilos de materia orgánica perecen y son reabsorbidos por la tierra, con lo cual el equilibrio de nuestro ecosistema se mantiene.

Es por esta razón, puramente climatológica que las épocas decembrinas encierran, para nosotros, la melancolía de lo que se termina, pero al mismo tiempo la promesa de un porvenir un poco mas luminoso, un poco mas cálido y un poco mas alegre. Esto es algo que esta en nuestros genes, y que las grandes empresas solo aprovechan para vendernos, solo un poco mas, que el resto del año.

Por lo tanto no hay de que preocuparse, no hay ningún conflicto, ni culpa, ni manipulación, las épocas decembrinas están en nuestros genes, y cada uno de nosotros puede celebrar estas épocas, de conclusión y reinicio de ciclos, como mejor nos parezca. El considerar estas épocas especiales es lo mas normal y natural para el ser humano, e incluso para el resto de los animales. Incluyendo a las personas que nos encerramos en nuestra casa ,a solas, para contemplar nuestra mortalidad y lo insignificante de la existencia de todo lo que existe,  pues también puede significar una manera de honrar el espíritu de estas épocas.

Muy seguramente en la época de las cavernas algún hombre de Neanderthal se habrá encerrado en su cueva a esperar a que pasara el clima adverso y, acompañado de una primitiva fogata, habrá pintado alguna pintura rupestre dedicada al cambio de ciclo en la naturaleza, a las cosas que le habían pasado hasta ese momento, y a lo mejor hasta las cosas que deseaba y esperaba para el futuro.

El día de hoy yo he escrito un articulo en mi blog. Al parecer las cosas han avanzado algo desde aquellos tiempos.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

ESCRITURA LIBRE

Existe una técnica de escritura llamada “freewritting” (escritura libre), la cual consiste en ponerse frente al teclado y escribir todo lo que aparezca en tu cabeza, sin analizarlo mucho (de hecho sin analizarlo en absoluto) simplemente teclear aunque lo que escribas no tenga mucho sentido. El reto es simplemente seguir tecleando aunque en tu mente no haya nada en ese momento, se supone que si uno continúa tecleando, aunque no diga nada, eventualmente algo aparecerá en la mente.

Llevo varios meses experimentando con esta técnica, y los resultados han sido muy interesantes. En realidad es una técnica muy sencilla, si alguno de ustedes desea intentarlo, solo tienen que ponerse frente al teclado, asegurarse de que nada los moleste los próximos 5 o 10 minutos, tener un cronometro o reloj a la mano, activar el cronometro con duración de unos 10 minutos y empezar a escribir.

El reto es no dejar de escribir ni un solo momento, hasta que el cronometro haya marcado que se terminó el tiempo. De hecho si de plano de tu cerebro no sale ninguna idea o fragmento de idea, lo que se recomienda es que uno teclee balbuceos sin sentido (blubli ble, ghiblity bli, clueche chuecle…), hasta que algo aparezca dentro de las letras. Esto es así porque según el autor Mark Levy, al utilizar esta técnica es más sencillo escribir contra una meta de tiempo, que contra una meta de cantidad de palabras. Por lo tanto es preferible decir, este día voy a escribir 20 minutos (de escritura intensiva) que proponerse escribir 2000 o 5000 palabras, de freewriting en un día.

Al final de cuentas se obtienen resultados muy similares luego de una sesión de escritura libre (freewriting) que de una sesión de varias horas de escritura convencional. Por supuesto, las revisiones después de una sesión de escritura libre son mas laboriosas, y llevan mas trabajo de estructuración, sin embargo esto se compensa con una veta de ideas mas frescas, mas originales, e incluso te puedes llegar a topar con ideas que ni siquiera sabías que tenías.

Al utilizar esta técnica, uno hecha mano de la parte inconsciente del cerebro, por la rapidez con la que uno ha de teclear, se supone que uno debe teclear lo más rápido que le sea posible, dejando la corrección ortográfica, y los errores de dedo para después.

Haciendo esto, nuestro estilo de escritura (al menos en mi caso) deja de ser expositivo, y se convierte, más bien, en una reacción instintiva. Como los boxeadores, que en medio de una pelea no tienen oportunidad de pensar en cubrirse, en golpear o en contragolpear, simplemente lo hacen y al final de la pelea analizan la grabación de la pelea para darse cuenta de lo que hicieron arriba del ring. El escritor funciona de una manera muy similar a esta, cuando utiliza esta técnica.

Ahora voy a mostrarles un fragmento de una de mis sesiones de freewriting. Lo que van a leer tiene un estilo muy pobre y quizás pueda parecer poco claro, pero es el primer borrador para algún artículo más estructurado, y pulido. El texto está casi como lo escribí de primera intención, tan solo le corregí algunos errores ortográficos o cosas que harían imposible su lectura. Imagínense que están recluidos en su cuarto, con un reloj o cronómetro a la vista, comienzan a teclear, sin pensar demasiado en lo que quieren decir, y luego de uno o dos minutos frente a ustedes comenzaría a aparecer algo como esto:

…ni siquiera yo se que demonios va a suceder, igual y me muero a la mitad de estar tecleando alguna palabra y nada de esto tendría sentido. Muchas cosas han pasado desde al ultima vez que intente escribir, y no tengo la menor idea de lo que debo de hacer a partir de ahora. Igual y todo mundo ya sabe lo que voy a decir, pero solo están esperando a que lo escriba.

En este momento estoy pensando en aquellos pobres escritores, aquellos artistas atormentados que se mataban lentamente cada vez que algo no les salía bien. Es decir los escritores que, en los días buenos, eran unos genios, pero que en los días en los que la suerte no les sonreía nada salía de sus plumas, y se frustraban.

Entonces se mataban a tragos a drogas, a sexo o incluso a pistolas (William S. Burroughs, por ejemplo), es porque en realidad no sabían “como escribir”, es decir no tenían una técnica depurada para que, de la misma manera en la que un plomero te puede arreglar una tubería cada vez que se necesite, un actor puede actuar en el momento en que el director dice acción, un escritor, al ser un profesional, también debería de ser capaz de escribir en el momento en que decida hacerlo, o bien que se le solicite que escriba algo.

Truenan las explosiones dentro de mi cerebro, pero no hay nadie que las escuche, ni siquiera yo mismo. Solía escucharlas y hasta ponerles atención en mi juventud, ahora solamente queda la cerebralidad, el intelecto, los datos fríos o también los datos calientes.

Todo se junta con la intención de crear, con el hambre creativa que alguna vez lo significo todo para mi, durante mis años de estudiante, pero no es mas que la intención mezclada con el recuerdo, las circunstancias son otras, el cuerpo es otro, y me atrevería a decir que hasta ele espíritu es otro.

No suelo dar muchas vueltas a las cosas, cuando me aburro de algo es para mi muy sencillo deshacerme de ello. Pero aun hay algo de lo cual no puedo deshacerme, y es de la vida y de las experiencias. Si alguien experimenta algo negativo en su vida, es indudable su calidad como aprendizaje. Me gustaría que alguien hiciera libros de texto con estas materias, en lugar de simplemente dedicarse a jugar fútbol o ver superhéroes en el cine los fines de semana.

Los superhéroes solo me gustaron de niño. Una vez que descubrí que los superhéroes, no solo no existían, sino que además no podrían existir, comencé a interesarme en la gente mala. La gente mala nunca te defrauda.


Como puede ver las líneas anteriores distan mucho de ser un texto terminado y digno de publicarse, ni siquiera en un blog de Internet. Pero pueden convertirse en la semilla, o los disparadores para escribir algún artículo completo. También notaran que, en la prosa, salto de un tema a otro sin preocuparme por intentar hilvanar los temas de ninguna manera. Así se supone que debe ser, pues se trata de un borrador solamente.

Posteriormente este texto lo trabajaré para convertirlo en dos o tres artículos independientes, lo importante de este ejercicio es, sacar a la página en blanco estas ideas extrañas. Y lo importante, también en este articulo, es que algunos de ustedes (los que estén interesados en escribir), se animen a realizar este ejercicio. Les aseguro que si lo hacen bien, terminarán con un par de ideas que jamás hubieran pensado que se les podrían ocurrir.

jueves, 5 de diciembre de 2013

ESAS EXTRAÑAS COINCIDENCIAS.

Siempre he pensado que el universo no tiene ningún propósito per se, ningún objetivo, y mucho menos un sentido. Es por eso que conceptos como “el secreto”, “sincrodestino”, “diosidencia” (como detesto esa ultima) me parecen poco menos que juegos de palabras para gente que no conoce, o no puede comprender, la ley de los grandes números.

Yo mismo he sido protagonista de muchas aparentes casualidades, en ocasiones demasiado increíbles, o demasiado imposibles de suceder en apariencia.

Una de ellas sucedió hace muchos años, en la víspera de una prueba muy importante para ingresar en la universidad. Yo iba a participar en un examen de admisión para entrar a la facultad de arquitectura. La dinámica se llevaba a cabo para todas las carreras el mismo día, es decir, todas las personas que quisieran ingresar a la universidad, cualquiera que fuera la carrera, teníamos que presentar un examen el mismo día y a la misma hora. Y para mas desgracia, a primera hora de la mañana.

Este es un proceso bastante burocrático, vigilado, y que se ha convertido en una tradición dentro del mundo estudiantil. Por esto mismo es bastante atemorizante para alguien de 16-17 años. Me imagino que en todas las universidades públicas del mundo hacen pruebas parecidas, así que será muy fácil que, cualquiera que lea esto, se haga a la idea.

El problema, para mi, en esa ocasión fue que esta prueba necesitaba hacerse con un lápiz del numero dos. Ya saben, los lápices están graduados según la dureza de su grafito, y los exámenes se contestaban e unas hojas color rosa (que con el paso del tiempo llegué a odiar), las cuales debían ser rellenas en su totalidad con un lápiz del numero dos. Los resultados eran revisados por maquinas con lectores sensibles al grafito, supongo yo, y así el proceso se hace mas exacto, mas rápido y mas barato. Me imagino que a día de hoy la cosa no habrá cambiado mucho, y los estudiantes de esta generación, seguirán familiarizados con este tipo de hojas rosas del infierno.

Bien, pues eran las 11 de la noche del día anterior de dicho examen, y no recuerdo por que razón me acordé hasta ese momento que no tenia el dichoso lápiz que necesitaba para presentar al día siguiente. Me era imposible detenerme a conseguirlo de camino a la universidad, al día siguiente, a esa hora nada estaría abierto, y mi ruta era directa, no tenía tiempo para hacer escalas.

Para darle más dramatismo al asunto recuerdo que estaba lloviendo, o por lo menos estaba haciendo mucho frío. Esto sucedió hace tantos años, que es posible que mi mente haya modificado mis recuerdos de esa noche, para darle más dramatismo a la anécdota.

Quizás con suerte lograría encontrar algún lápiz, o algo que se le pareciera, en una tienda de esas que abren las 24 horas y que, en esa época, estaba a cinco cuadras de mi casa. Actualmente en su lugar se encuentra una farmacia de medicinas genéricas, así que ahora no podría ir a buscar un lápiz en ese lugar, pero si podría comprar unas pastillas de prozac para la ansiedad del examen.

Antes de llegar a esta tienda de 24 horas, recuerdo que el trayecto no fue sencillo, me tope con una papelería, “abierta” a las 11 de la noche. Esta tienda no estaba abierta realmente, creo que los dueños de esta papelería vivían al lado del establecimiento y en realidad estarían haciendo inventario, o quizás acomodando algo a esas horas extrañas. La cosa es que tenían la cortina corrida, y las luces encendidas en su establecimiento, un viernes a las 11 de la noche.

Entré al local, (no recuerdo si estaba mojado o no) y pregunté, como si fuera la cosa mas normal del mundo, si tenían lápices del numero dos. Recuerdo (y de esta parte si estoy seguro) la cara extrañada de la mujer que me atendió, al ver a un imbécil de 17 años empapado por la lluvia (o quizás no), que entraba a las 11 de la noche en su establecimiento, y en lugar de pedir todo lo que había en la caja registradora, pedía un lápiz del numero dos.

Coincidencia grande en un momento tan decisivo de mi vida. De no haber encontrado a esas personas, con su establecimiento abierto, quien sabe cual habría sido el resultado de ese examen, quien sabe si tan siquiera hubiera logrado presentarlo. Como cualquier anécdota que merezca ser contada, esta tiene un final feliz, aprobé el examen de facultad y además quede dentro de la mitad de los que mejor lo habían hecho. Posteriormente vendría mi fracaso en la escuela, en la vida y en todo lo demás que existe. Pero eso es una historia para otro post, quizás.

Este suceso fue para mí una enorme coincidencia, rayando en la predestinación, y que de cierta manera me auguraba que la arquitectura era mi destino y que sin duda tendría un gran éxito en mi carrera universitaria y profesional. Posteriormente la vida me demostraría que no, pero por mucho tiempo me mantuvo preguntándome, y sorprendiéndome sobre la sucesión de hechos, en el universo, que habían provocado que yo encontrara esa papelería, de camino a mi otro destino, y que había desembocado en que yo entrara a la carrera que, en su momento, consideraba que era mi vocación.

La realidad es que, este tipos de casos, no son mas que una simple casualidad, algo que sucede simplemente porque tiene que suceder, y que no solo esta contemplado, si no que además esta predicho, por la ley de los grandes números.

Esto básicamente se trata de que, en todo evento donde una gran cantidad de elementos o sucesos convergen, no solo es posible si no que es obligatorio, que se den este tipo de casos aparentemente imposibles y milagrosos. Esto se vuelve posible por el gran tamaño de la sopa de cultivo. Veamos un ejemplo.

Imaginemos un desfile de esos que se hacen en nuestro país el 16 de septiembre, y que hasta el año pasado se hacían también los 20 de noviembre. Podría parecernos poco probable, por ejemplo, que dos o tres adolescentes sufrieran un desmayo por golpe de calor, en un lapso de un par de horas, si estuviéramos en un día común y corriente. Sin embargo al momento del desfile, como coinciden una enorme cantidad de adolescentes, entonces seguramente tendremos un par de insolaciones por lo menos. Pues las circunstancias cambian con este tipo de eventos. Los matemáticos, pero sobre todo los policías conocen bien esto.

A pesar de que en ese momento tuvo mucha importancia para mí la verdad es que, lo único que sucedió, fue que me convertí en el caso singular de dicho acontecimiento. Es decir, en esa prueba de ingreso a la facultad, seguramente sucedieron unos cuantos casos extraordinarios, coincidencias, y situaciones casi mágicas, parecidas a la mía. Pero todo esto no son más que cosas que deben suceder en el mundo, pues se trata de un mundo caótico y muy grande.

En pocas palabras, cada día que pasa, deben de suceder cientos de casos alrededor del mundo, que no podrían pasar jamás. Al final, lo irónico del asunto es que los milagros imposibles, son la cosa más común del mundo. A muchos les gusta llamarle a esto destino, magia, dios, energía… pero para mi simplemente es la realidad.