viernes, 27 de diciembre de 2013

RECUERDOS ETERNOS

Pocas cosas me preocupan sobre mi propia muerte, mas bien creo que en general lo que mas me preocupa a mi, y a cualquier persona,  es la muerte de nuestros seres queridos, por encima de la nuestra propia. Mas allá del hecho de dejar de existir, o del hecho de abandonar la consciencia de mi mismo. Me imagino que una vez que uno muere, poco nos importará lo que suceda después con nuestro cuerpo, o con el resto del mundo. Como dijera alguna vez Isaac Asimov (o mejor dicho, escribiera alguna vez) en alguno de sus libros: “La vida es placentera, la muerte es pacifica. Lo que es preocupante es la transición entre estas dos”.

Una de las pocas cosas que me perturban sobre la muerte, mi propia muerte, es el hecho de que todo lo que albergan nuestras cabezas desaparezca. Nosotros somos quienes somos, gracias a nuestros recuerdos. Si perdiéramos la capacidad de guardar recuerdos en nuestro cerebro, entonces seriamos como una persona nueva en cada día de nuestra vida, y definitivamente dejaríamos de ser individuos, dependeríamos en gran parte de otras personas para cubrir nuestras necesidades básicas, y poco podríamos hacer con nuestra vida. Si no creen esto último les recomiendo un documental llamado “El hombre con 7 segundos de memoria”. Es lo ideal, para ver, en estas épocas de celebración.

Hasta donde sabemos, nuestros recuerdos residen en nuestro cerebro en todo momento. Por ejemplo, es poco común que, a lo largo de nuestro día, cada uno de nosotros recordemos nuestro primer día de escuela. Generalmente es un recuerdo que, a pesar de ser uno de los recuerdos mas fuertes, solo acude a nosotros cada vez que alguien nos lo menciona, o algún agente externo, nos dispara el recuerdo. Tal como lo acabo de hacer yo en este momento.

 Lo curioso del asunto es que, ese recuerdo del primer día de escuela, no se encontraba hace unos momentos dentro de tu pensamiento. Ahora si lo esta (pues seguramente al estar leyendo esto, una parte de tu cerebro comenzó a recordar tu primer día de clases, mientras tu seguías leyendo), pero ¿Desde donde es que ha venido? Si quisiéramos rastrear dicho pensamiento, nos daríamos cuenta de que en realidad se trata de un patrón de impulsos eléctricos, que se están llevando cabo dentro de nuestro cerebro. Y es gracias a esto que la imagen y las sensaciones de aquel día emergen en nuestro pensamiento.

No sabemos exactamente de que manera, pero lo mas lógico es suponer que, a pesar de que el patrón de impulsos eléctricos que producen el recuerdo no esta sucediendo todo el día, todos los días en nuestro cerebro, hay algo dentro del mismo que puede albergar esta información en todo momento. Luego, cuando nosotros conscientemente le pedimos esta información al cerebro, de alguna manera que desconocemos, el cerebro reproduce de nuevo esta secuencia de impulsos eléctricos, y aparecen de nuevo las imágenes y las sensaciones de nuestro primer día de escuela, en nuestra cabeza.

Hasta donde los instrumentos médicos nos permiten ver al cerebro, lo que sucede es que la persona ordena al cerebro recordar, y acto seguido los recuerdos “suceden”. Nuestro cerebro se las arregla para procesar y guardar de manera, mas o menos permanente,  el recuerdo de nuestro primer día de escuela, pero también todos los otros recuerdos, del resto de nuestra vida. Dentro de apenas 1400 gramos de materia gris.

Lo peor de todo es que cuando morimos, al parecer, nuestro cerebro es lo primero en morir. Malas noticias, pues cualquiera que haya intentado meter un CD dañado a una lectora de CDs, sabe que si el soporte esta dañado, en este caso con necrosis por falta de oxigeno, poco se puede hacer por recuperar la información que tenia almacenada. Que muera nuestro cerebro es perder una enorme, y supongo yo, valiosísima cantidad de información. Lo mas espeluznante de todo es que esto es algo que sucede miles de veces todos los días. Y algún día mi cerebro, y el cerebro de todos ustedes que están leyendo estas líneas, morirán también.

¿Te quieres volver loco cada vez que tu computadora debe ser formateada y no tuviste oportunidad de hacer un respaldo? Ahora imagínate el día que pierdas el respaldo de todos los recuerdos, de toda tu vida. Supongo que el único consuelo que nos queda es que, como dije al principio: “una vez que uno muere, poco nos importará lo que suceda después con nuestro cuerpo, o con el resto del mundo”.

Por supuesto, para esto se inventaron los libros. La primer línea escrita en la historia de la humanidad, seguramente fue escrita por un cavernícola que, en el colmo de su frustración por no poder comunicar su idea directamente a la mente del otro cavernícola, comenzó a gesticular, a manotear, y por ultimo, tal vez por accidente, a realizar surcos en la tierra, para tratar de que su interlocutor comprendiera su idea original. Luego con el tiempo quizás se dieron cuenta de la importancia de conservar dichos surcos para no tener que repetirlos cada vez que quisieran explicarle lo mismo a una persona diferente. Y así fue que unos meses mas tarde se desarrolló el IPad… mas o menos así sucedió.

Pero incluso la narración más vívida, la novela mas completa, o la historia mas emocionante, no es mas que una pálida copia al carbón de las vivencias reales, e incluso de nuestros recuerdos. La diferencia entre un recuerdo y una biografía, sería como la diferencia entre un sueño y platicar tu sueño a otra persona al día siguiente. No hay punto de comparación entre ambas cosas.

Les puedo poner un ejemplo de esto. Uno de mis recuerdos mas antiguos es una ocasión, a los tres o cuatro años quizás, en que dentro de una bolsa de frituras me salió una estampa con una caricatura. No estoy seguro pero esa debió ser la primera vez que vi una cosa como esas, recuerdo que me preguntaba que era lo que tenia en las manos en ese momento, y el porque había salido de la bolsa de donde salían las “cosas” que yo me estaba comiendo. Seguramente es que así eran las cosas en el mundo, de vez en cuando uno esta comiendo “cosas”, aparecen papeles con dibujos, ahora la pregunta era que hacer con ese papel con una caricatura dibujada. Que mundo tan extraño era ese mundo al que yo me enfrentaba.

Incluso recuerdo, o creo recordar el lugar en el que sucedió esto, que ahora les describo, incluso podría señalarlo en un mapa, o mostrárselos en google street view. Pero aun así no podrían tener la experiencia de los ojos de un niño de 4 años, en un día soleado de 1989, viendo por primera vez una estampa con una caricatura. Lo recuerdo y hasta alcanzo a visualizarlo como una película borrosa y antigua (grabada en 8mm), pero soy la única persona del mundo que podrá ver esta película.

Lo triste del asunto es que nuestros recuerdos y vivencias, solo son accesibles para nosotros mismos. La ciencia ficción nos da la esperanza de que, algún día, se desarrolle alguna técnica para poder compartir recuerdos y experiencias entre seres humanos, pero por lo pronto solo son fantasías.

Por lo pronto, mas que la esperanza del año nuevo, yo conservo la esperanza de que la singularidad entre hombre y maquina suceda antes de que yo muera. Y si además, el volcado de cerebros dentro de computadoras, resulta ser algo de rápida expansión y relativo fácil acceso, así como lo fue el internet, pues que mejor.

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