Hoy tuve una cita conmigo mismo. La noche era oscura, silente, como las noches que desde hace mucho tiempo no tenia. Han pasado 7 u 8 años quizás, desde la última noche de este tipo.
En aquellos días recuerdo que me confundían mucho este tipo de noches. Era algo fuera de lo común, muy parecido a estar loco, o al menos a como dice la gente que es estar loco. En aquellos días me daba miedo, hoy no. Hoy, para mí, estos son días sumamente interesantes.
¿Pensamientos delirantes? Lo mas seguro es que si. Hace 7 años solía acompañar esas noches con una vieja radio, escuchaba el “AM” hasta que el sol comenzaba a iluminar mi ventana. Hoy son en silencio, más intensas, más profundas. En aquel entonces necesitaba el sonido, sordo e indiferente, de una voz cualquiera para no sentirme completamente apartado de la humanidad.
Los programas de radio, retransmitidos por la madrugada en el AM, eran una sonda que me unía aún con este mundo. Hoy ya no necesito esa sonda, como les sucede a las personas que han aprendido a nadar.
Un pedazo de papel para escribir, el sonido de los grillos, perros ladrando a lo lejos de vez en cuando. Estoy seguro de que el significado del universo se encuentra en una noche a las 3 de la mañana en medio del silencio y en completa soledad. Solo que hasta el momento nadie ha logrado transcribir ese significado en palabras.
Ahora la ciudad duerme, la gente descansa para volver a echar a andar la maquinaria de la existencia el día de mañana, momento en el cual yo estaré dormido, mientras el mundo hace lo necesario para que yo pueda seguir escribiendo por las noches. Bebo de mi taza de te, me siento en frente del teclado. Soy libre.
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