miércoles, 3 de septiembre de 2014

VIDA ABURRIDA

 Creo que en una entrada anterior, dedicada a otra de estas transcripciones de mi diario personal de la adolescencia, ya había mencionado el hecho de que conforme van pasando las páginas, y conforme van pasando los acontecimientos, se hace menos necesaria mi intervención al principio de estas transcripciones.

Por lo menos en esta ocasión poco es lo que tengo que agregar. De hecho en estas paginas no pasa prácticamente nada, más allá de un par de anécdotas que ni siquiera llegan a ser curiosas. Así que decidí, para darle un poco más de cuerpo o de sustancia a esta entrada, el incluir dos páginas de dos fechas diferentes, en lugar de presentarles solamente una, que es como generalmente armo este tipo de entradas.

Así que sin más preámbulo, échenle una mirada a lo que era la cotidianidad  de la vida de un adolescente, antes de que existiera el Internet, las redes sociales, y la pornografía al alcance de un clic.


13 de octubre del 2000.

Hoy nos venimos Chupi, Mónica y yo en el camión. A veces Mónica se viene con nosotros en el camión, porque a veces se va a su casa y a veces va con su abuelita. Y platicamos en el camino. No me había fijado en que Mónica tiene una cosa rara en el ojo, como que lo tiene un poquito sueco, pero nada más uno. Si no te fijas directamente ni lo notas (yo no lo había notado) sino hasta que te le quedas viendo muy de cerca, y mucho rato ya ves que uno de sus ojos como que está raro y no lo mueve igual.

Ella dice que se puede operar, pero que no ha querido porque le da miedo la operación. Pero que cuando crezca más a lo mejor si se opera. De todas formas no es muy evidente, así que si yo fuera ella no me preocuparía.

Ahora este diario lo voy a escribir en mi máquina de escribir. No sé cómo demonios lo voy a encuadernar, por la diferencia de hojas, pero por lo pronto siento que cuando escribo a máquina escribo mucho mejor que cuando escribo a mano. Para empezar escribo mucho más rápido que cuando escribo a mano. Aunque eso sí, escribo con más errores.

Otra cosa es que cuando estoy escribiendo máquina, siento como que mis ideas fluyen más rápido, es como que voy pensando las cosas y casi al mismo tiempo van apareciendo escritas automáticamente enfrente de mí.

O sea que cuando escribo a máquina pongo las cosas casi como las diría si estuviera hablando, y cuando escribo las cosas, a mano, como que las pienso más. No sé si eso influye mucho en la calidad de las cosas que estoy escribiendo, pero bueno, si comparo el tiempo que me tardo en escribir una hoja a mano y el tiempo que me tardo en escribir algo en la máquina de escribir, prefiero muchas más veces la velocidad que me da una máquina de escribir, aunque eso haga que me equivoque más veces.

De todas formas, leí por ahí, que para escribir algo los escritores siguen prefiriendo usar máquinas de escribir, y ya luego para publicarlo o corregirlo lo pasan a computadora. Los primeros borradores muchas veces son a mano o a máquina, porque como que la máquina de escribir sigue teniendo una magia especial que las computadoras no tienen, además de que son mucho más baratas. Por eso yo tengo una máquina de escribir en lugar de una computadora.

En la escuela las cosas van tranquilas, casi no dejan tarea, y cuando la dejan de todas formas no la hago. Así que la mayor parte del día estoy viendo la tele o jugando al súper. Pero ahora que ya desempolve mi vieja máquina de escribir, como que me siento más profesional, así que a lo mejor escribo más seguido.


15 de octubre del 2000.

El día de hoy y los demás días han sido casi todos iguales, casi, casi lo único que cambian son las clases de la escuela. En mi casa no hago mucho, la casa ya nada más la uso para comer y dormir. El resto del tiempo en el que no común y duermo lo dedico a ver televisión y a tener el menor contacto posible con mis padres. Y en ese aspecto ellos me ayudan mucho.

El mayor estímulo que recibo en mi vida, viene los fines de semana, porque voy a las clases de la Casa de la Cultura o también en la escuela cuando de vez en cuando pasa alguna que otra cosa interesante.

Por ejemplo, un día en el que Chupi y yo veníamos de la escuela, íbamos rumbo a "Soriana" para ver las revistas. Casi todos los días vamos a la revistería de "Soriana", nada más para ver qué es lo que traen de nuevo. Y ese día, en el camino a la revistería, vimos a una chava que estaba sentada en una banqueta alta junto con su mamá, (yo creo que era su mamá, porque era una señora ya grande) sentadas en la banqueta.

Chupi y yo subimos a la banqueta y pasamos detrás de ellas. Cuando nos íbamos acercando yo vi a la chava y me llamó la atención que tenía una cara muy bonita. Se veía que era una chava más grande que nosotros, pero aun así tenia una cara aniñada. Como la cara de Anahí. A lo mejor por eso me llamó la atención.

Pero cuando pasamos por detrás de ellas, casi por accidente, o no sé si llamarlo "reflejo condicionado", vimos yo y Chupi que a la chava se le asomaba su calzón. Eran de esos a los que les dicen “de paracaídas”, y que se supone que no son nada sexys.

Yo no sé porque la gente dice que ese tipo de calzones no son sexys, yo más bien creo que depende del tipo de mujer que los traiga. Por ejemplo a esta chava se le veían bastante chidos, pues tenía un tipo de cuerpo gordito, de esas chavas que no son gordas pero "tienen carne de dónde agarrar". Más o menos cómo Anahí, a lo mejor un poco más rellenita, y por lo mismo se veía que las pantys le quedaban un poco ajustadas, lo cual hacía que se le salieran unos gorditos, de carne morena, en la parte baja de su espalda.

Nada más de verlos me daban ganas de echarme encima de ella y acariciarle todas las partes acariciables de su cuerpo. Eso, y el hecho de que se le asomaba un poquito de la raya de su trasero, eran suficientes como para que me hubiera quedado contemplando semejante espectáculo todo el día.

La conclusión de esto es que, no importa el tipo de ropa que usan las mujeres, lo único que importa es que la ropa que usen no las cubra demasiado. Pero por lo demás, no ha pasado nada interesante.

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