jueves, 12 de noviembre de 2015

TENER QUE VIVIR A DIARIO.


Ella me inspiro más que miles de amaneceres o cientos de lunas de Octubre. Y es por eso que ahora me encuentro en este estado, sin luna, sin estrellas, sin rayos de sol. Aunque obviamente todo lo anterior sigue estando ahí, pero yo ya no tengo presencia de ánimo, ni capacidad para disfrutarlo. 

Conocí a la mujer en cuestión en la escuela, durante mis épocas de universidad. Todas las historias de amor de juventud comienzan así, es por eso que quise iniciar este relato de una manera distinta y un poco más poética, tal como lo leíste unas líneas más arriba. Ella tenía 25 años, y yo tenía 5 años menos que ella. Aun así, por cuestiones administrativas, compartimos algunas asignaturas.

Recuerdo vagamente una canción de los años noventa que decía: "…detesto el modo de ella pero pensando bien, ella se amolda a mis sueños muy bien". 

Desde luego que yo no detestaba el modo de ella, todo lo contrario. Tan solo coincidía con la segunda parte del verso: "ella se amolda a mis sueños muy bien". Y fue ahí en donde dudé de la letra de la canción. ¿Cómo puede alguna persona ser irresistible, amoldarse a tus sueños de forma perfecta, y aun así detestar “el modo” de ella? 

Seguramente, el que escribió esta letra, solo estaba buscando la métrica y del mensaje ni se enteraba al momento de estar uniendo las palabras de la canción.

Ella era hermosamente inteligente, e inteligentemente hermosa. No estoy tratando de hacer un juego de palabras simplón. Ella de verdad estaba cultivada en ciertos temas y habilidades que en suma la hacían una mente bella y placentera de contemplar. Por otro lado su belleza física que era innegable, se veía adornada por un excelente gusto en su vestir.

Hasta ese momento yo no había reparado en lo interesante que una prenda de vestir podía hacer parecer a una mujer, ¿O era acaso que ella ya era interesante de por sí? Lo dicho, su belleza la presentaba inteligente y su mente resultaba cautivadora.

Era muy diestra en matemáticas. Además de conocer autores literarios que yo alcanzaría a descubrir hasta varios años después. Digamos que su inteligencia incluso brillaba un poco más, que su belleza física. Y si tomamos en cuenta que su belleza física estaba en niveles muy altos, para ponerlo de forma clara, ella tenía un cierto parecido con Ellen Page…  así de inteligente era.

Después de todo lo que les acabo de describir respecto a ella, no pueden culparme si les digo que no fui capaz de entablar una conversación, más allá de la simple convivencia estudiantil habitual.

No crea el lector de estas líneas, que se trató de un caso de pusilanimería por mi parte. Obviamente una de las flores más bellas del jardín  no podía estar sola y disponible, ante cualquier ave de rapiña. Ella ya estaba haciendo su vida desde hacía tiempo con alguien más. 

Si esta persona había sido elegida por ella para construir un noviazgo, entonces seguramente este tipo era un Arnold Schwarzenegger, con rostro de Brad Pitt y la personalidad de Richard Dawkins.

Un último apunte al respecto de esta situación, que nunca se dio, es que este tipo de frustraciones amorosas de juventud generalmente se olvidan, se dejan atrás y se recuerdan solo de vez en cuando. 

Lo malo de mi caso particular, es que esta mujer se llamaba precisamente igual que yo, pero en femenino. 

Por lo tanto, desde entonces vivo permanentemente con el recuerdo de lo espectacular que era ella, en todos mis documentos, trámites y situaciones en las cuales debo recordar mi propio nombre.

Así es como vivo a diario.

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