Sucedió lo que tanto se temía un servidor… y cuando digo servidor me refiero a mí, al Critter, no a un servidor de internet, aunque la cosa va más o menos por ahí. Más adelante les explicare que fue lo que sucedió, y que yo me temía tanto. Por lo pronto debo echarme mi choro de rigor que al final del artículo se conecta con el exordio que acaban releer.
Y es que en estos tiempos uno ya no esta seguro si las palabras que escribe en cualquier parte van a tener el efecto deseado en quienes nos leen. Con tantos modismos, palabras nuevas, y deformaciones que ha sufrido nuestro idioma, cada vez va a ser más difícil escribir de manera clara y concisa. Esto es un problema, sobre todo para nosotros los que escribimos, (y que en algunas partes les gusta decirnos escritores) pues en ocasiones necesitamos expresar cosas para las cuales no existen palabras en español.
Un ejemplo de esto es la palabra “saudade”, termino en portugués (que llegó a mí a través de un poema de Pablo Neruda) que se usa para referirse a un sentimiento de melancolía antigua, pero no es exactamente eso, vamos que la única manera de definir la palabra saudade es exactamente saudade.
Otra palabra muy popular es “schadenfreude”, que tampoco tiene una traducción directa fuera del idioma alemán, y se refiere a la alegría malsana por el infortunio del prójimo. En pocas palabras, cada vez se hace más difícil ser un escritor, pero también cada vez se hará más difícil ser un lector
Esto se me ha hecho más evidente en estos últimos días en los que, como un ejercicio personal, he echado mano de hemeroteca y me he puesto a leer periódicos y revistas de décadas anteriores, décadas muy, muy anteriores. Específicamente estuve leyendo revistas de la década de los 20s, del siglo pasado. En estos ejemplares uno puede ver que, la manera de expresarse que tenían los escritores por aquel entonces, era sumamente diferente a como nos expresamos hoy en día a través de blogs, o periódicos en línea.
Me pareció interesante el revisar este tipo de publicaciones, pues a diferencia de los libros clásicos que uno puede conseguir reeditados de aquellas épocas, en el caso de las revistas se trata de publicaciones un poco menos formales, destinadas a una lectura rápida y efímera, tal como las revistas de hoy en día. Por lo cual me da la idea de que la manera de expresarse en aquellas publicaciones, previas incluso al nacimiento de mis abuelos, reflejan de manera más exacta la manera en la que la gente hablaba realmente en la vida diaria de aquellos años. Y de verdad que hablaban muy diferente.
Pude notar, también en esas publicaciones, una menor cantidad de recursos, menos posibilidad de hacer referencias, como si la tenemos hoy en día. Pero por el contrario, y para compensar esta deficiencia, el estilo de escritura de aquellos autores era mas claro, más directo, y no como ahora lleno de comparaciones, paráfrasis, referencias, e hipervínculos. No es que ninguna de las dos opciones sea mala, yo mismo soy uno de los primeros en agradecer las referencias externas en un artículo de internet. A lo que me refiero con esto es que, la experiencia de leer una revista impresa, más aun de leer una revista impresa en la primera mitad del siglo pasado, es simplemente diferente. Ni mejor ni peor, solo diferente. Y eso en ocasiones significa una agradable sorpresa, y una bocanada de aire… no tan fresco pero diferente.
Para empezar, cuando uno tiene un libro o revista de papel impreso (mucho tiempo atrás) en las manos, te da la sensación de leer algo congelado en el tiempo. A diferencia de una pagina de internet, que en cualquier momento puede venir alguien y modificarla. Estas publicaciones antiguas en papel, dan la sensación de ser una especie de pergamino antiguo, inamovible, una especie de “ley”, o “verdad universal” escrita en piedra.
Toma entonces especial relevancia el carácter monolítico que tienen, para mí, estas publicaciones, pues estos últimos días he tenido que mudar nuevamente, por enésima vez, mi blog personal. Si, el que estas leyendo en estos momentos.
Como sabrán quienes sean seguidores asiduos de este espacio (es decir nadie) en meses pasados mi blog se convirtió en parte de la pagina de antimateriapodcast.com. Lamentablemente por cuestiones que ya abordamos en los episodios del podcast, y que no voy a repetir aquí porque me da mucha pereza teclear de mas, hemos tenido que abandonar nuestros dominios dentro de esa pagina. Esto era a lo que me refería al principio de este artículo, y es lo que tanto me temía. Ahora cada uno de los integrantes del podcast: Argel, Alonso y un servidor, hemos regresado nuestros blogs personales a los servicios gratuitos que usábamos en un principio.
Luego de todo esto, me da un poco de ansiedad, pensar en lo volátil que es el internet. Quizás será imposible que alguien pueda leer estas letras dentro de 100, o tan siquiera 50 años. Tal como yo lo hice con esas revistas de los años 20.
Un ejemplo de lo anterior, y ni siquiera hemos tenido que esperar tanto, se dio a finales de la década pasada, cuando Yahoo! decidió cerrar y borrar por completo el sitio de geocities. El cual ciertamente se encontraba abandonado, pero dentro de si aun albergaba las primeras páginas de millones de personas alrededor de todo el mundo. Miles de personas se dieron a conocer en ese lugar a finales de los 90s, otros tantos formaron sus redes sociales en este espacio, antes de que se inventaran las redes sociales. Muchos más comenzaron lo que seria toda una vida dedicada a internet, creando páginas en FrontPage llenas de gifs animados, y textos en cómic sans de color azul.
Todo lo anterior ya ha quedado inaccesible para cualquiera, aunque escuche por ahí que alguien había rescatado la información de geocities en forma de torrent. Me pregunto si, dentro de 50 años, ese torrent de geocities seguirá funcionando.
Esto lleva consigo una posibilidad peligrosa, la posibilidad de que en el futuro, no tengamos la oportunidad de encontrarnos con este tipo de agradables sorpresas, con estos accidentes afortunados. Igual que yo lo hice al encontrarme con ese montón de revistas viejas, en el rincón de una librería o biblioteca.
En el futuro, difícilmente habrá algún rincón disponible para la ingente cantidad de texto que esta creando esta generación, no quiero ni pensar en la cantidad de audio, o video, que también estamos produciendo. Me hace preguntarme si lo ideal no será imprimir nuestras propias versiones, en papel, de nuestros blogs. Quizás una versión resumida de las mejores partes, para asegurarnos de que estas líneas nos sobrevivan a nosotros, aunque sea por un par de décadas.
Quien sabe, a lo mejor en el futuro se vuelve una moda Así como en el pasado nuestros padres atesoraban sus álbumes de fotografías, tal vez nosotros le mostraremos a nuestros hijos, versiones físicas, o en pdf, del blog que sus padres escribieron durante su juventud. Y por supuesto, esto también se podrá aplicar al podcasting, o videoblogging.
Y nosotros que creíamos que nuestros padres eran aburridos con las fotos de sus vacaciones. Ahora los niños que vendrán después de esta generación, tendrán muchas horas de video, audio, imágenes, o texto con las cuales nosotros les torturaremos en cada onomástico o día de festivo.
¿Pueden imaginarse dentro de 40 años, siendo unos veteranos, y abriendo 9Gag, o algún respaldo del mismo, para pasar una tarde lluviosa recordando los memes de su juventud?
Yo tampoco.
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