martes, 26 de noviembre de 2013

VIVIR SOLO CON LO NECESARIO: MINIMALISMO.

Todos ustedes seguro recordarán su época de estudiantes, quizás la mayoría de quienes lean esto se encontrarán estudiando en este momento. Si las cosas no han cambiado demasiado desde mi época, los estudiantes de hoy seguramente siguen viviendo sepultados entre los apuntes de clase, los libros, las fotocopias de los apuntes de tu amigo que es más aplicado que tú, las fotocopias del libro que no tienes el suficiente dinero para comprar... y que de tenerlo de todas maneras no lo comprarías, y un largo y agobiante etcétera.

En mi caso además me veía saturado de láminas de dibujo, materiales para dibujar, materiales para construir maquetas. Por si no fuera poco también conservaba maquetas de cursos pasados, que su trabajo me habían costado realizar y por esto mismo no me decidía a tirarlas. Y claro está, los principales inconvenientes de las cosas físicas son, primero que ocupan lugar, y segundo que tienen la incomoda costumbre de acumular polvo.

Actualmente sostengo que mi etapa de universitario fue la culpable de que yo lograra superar cierta obsesión, heredada por mi madre, hacia la limpieza, el orden. Esta obsesión estaba dirigida solo a las cosas que me rodeaban, desde luego y desafortunadamente nunca se dirigió tal obsesión hacia mi persona. Durante esa época mi lema personal era: "El desorden es indicativo de trabajo y creatividad". Si, lo acepto, como “lema personal” es poco pegajoso.

Hace poco, navegando por el infinito Internet, me encontré con una idea que quizás podría hacerme regresar al buen camino, al lado luminoso de la fuerza, o por lo menos al lado donde las cucarachas no se instalen a vivir entre mis pertenencias. Resulta que existe en el mundo un grupo de personas que un día se sintieron abrumados por el desorden que había en sus hogares, y se convencieron de que, el estilo de vida consumista y acumulador, que llevaban hasta ese momento, no los llevaría a nada bueno. Es así que en el mundo existen los minimalistas.

Mi primer acercamiento con la corriente minimalista vino precisamente en una clase de la facultad de Arquitectura. Curioso es que a pesar de referirme a una facultad de arquitectura, no se me presentó como la corriente de arte minimalista de mediados de los sesentas, del siglo pasado. Aquella que proclama que “menos es más”. Aunque, de hecho, el estilo de vida minimalista se inspira en dicha corriente y en dicho concepto. Pero en este texto me referiré, en todo momento, al minimalismo como filosofía y estilo de vida.

Uno de los arquitectos, que nos daban clase por aquel entonces, estaba muy influido por la corriente espiritual del “new age”. Él solía aderezar sus clases con disertaciones sobre la reencarnación, la magnetoterapia, el budismo y demás conceptos románticos/falsos.

Fue quizás por eso que me llamo la atención, y se me quedo tan fijado en la mente, uno de los pocos consejos prácticos que nos dio durante el semestre. Por alguna razón la clase derivo al tema de los apegos emocionales, particularmente lo negativos que estos pueden ser en nuestras mentes y vidas.

Me llamó la atención especialmente en el aspecto de la acumulación de libros y revistas. Por aquel entonces, mi propia colección de libros y revistas, ya abarcaba una pared entera de mi cuarto. El maestro nos recomendó una técnica interesante para deshacernos de una buena cantidad de revistas viejas. Constaba de hacer una revisión de todas las revistas, página por página, y recortar solamente los artículos que de verdad nos interesaran de cada revista.

A pesar de lo tedioso y largo que pudiera resultar el proceso lo hice, y fue así como, de coleccionar revistas, pase a coleccionar libros de recortes. Fue un buen paliativo, pero no la solución para mi acumulación.

Dentro de la sociología, y los círculos empresariales, es bien conocido el número de Dunbar. Esta teoría del número de Dunbar fue desarrollada por el antropólogo Robin Dunbar, quien asegura que el número máximo de individuos que pueden desarrollarse en un ecosistema delimitado es de 150. Este número, al parecer, es tal cantidad por que se relaciona con la capacidad natural de procesamiento que poseen nuestros cerebros.

Esta teoría afirma que existe un límite, establecido por nuestro proceso evolutivo, para la cantidad de individuos con los cuales podemos interactuar de manera sostenida. Dunbar llegó a la conclusión, mediante el estudio de manadas de simios, de que un ser humano solamente puede interactuar con un máximo de 150 individuos, dentro de su círculo territorial. Además, al momento en que una agrupación supera este numero, empieza a haber problemas de comunicación y de convivencia.

Es por esto que en muchas empresas de gran capacidad, al momento en que una de sus plantas alcanza el número de 150 empleados en una de sus plantas, en lugar de ampliar sus instalaciones deciden abrir una nueva planta independiente, para que no se presenten los problemas de un ecosistema de más de 150 individuos. Aunque la nueva planta terminase situándose justo al lado de la planta original, sería importante que dichas instalaciones sean independientes y no compartan conexiones entre si. La teoría del número de Dunbar sostiene que, de esta manera funciona mejor cualquier tipo de agrupación.

El escritor Everett Bogue, en su libro “The Art of Being Minimalist” extrapola este número al área de nuestras posesiones. Su argumento es que, hasta hace apenas unos doscientos años, era imposible para el individuo promedio darse el lujo de acumular muchas cosas dentro de sus posesiones. No fue si no hasta la llegada de la industrialización, y producción en masa, que se hizo necesario que la sociedad organizada comprara y consumiera muchas cosas, de forma  también masiva. Esto ultimo con el fin de mantener el sistema económico moderno, basado en las industrias.

Solo hasta entonces el ser humano promedio comenzó a acumular. Aun así está claro que, el cerebro humano, evolucionó durante miles de millones de años en un entorno basado en la escasez de recursos y materiales, por lo tanto, no estaría preparado para poder manejar la gran cantidad de posesiones con las cuales puede contar cualquier persona promedio en la actualidad.

El antropólogo Robin Dunbar calculaba, por el tamaño de nuestro neocórtex cerebral,  que nuestra mente solo podía manejar alrededor de 147 conexiones de relación. Muy probablemente, el número máximo de posesiones que puede tener una persona promedio, sin que su cerebro se vea abrumado, esté relacionado con el número de Dunbar, según la opinión de los adeptos al minimalismo.

Buena parte de esta tendencia, y técnica del mínimo acumulamiento, viene de la mano con las nuevas formas de almacenamiento, y comunicación digital. Por ejemplo, para alguien como quien escribe estas líneas, apenas en los años 90s me hubiera resultado impensable el deshacerme de mi colección de libros y revistas. En cambio, al día de hoy, y con la posibilidad de tener un lector de libros electrónicos, puedo conservar mi colección de libros en formato ebook, e ir desechando, poco a poco, mi colección de libros físicos. Cosa que de hecho ya he comenzado a hacer.

Otra de las virtudes que promueven los más adentrados en esta forma de vida, es la sensación de libertad que te da el ir ligero de equipaje por la vida. El saber que, en el momento que te de la gana, puedes tomar tu maleta de viaje y trasladarte con todas tus posesiones al otro lado del país, sin tener que dejar nada atrás puesto que no tienes nada.

Personalmente yo no seria tan drástico, hasta el punto de poder reducir toda mi vida a una maleta de viaje, como muchos de los practicantes del minimalismo ya han logrado hacer. Lo que me ha llamado la atención, y la razón por la cual me siento atraído hacia este movimiento como para experimentarlo un poco. Es porque, en otros momentos de mi vida he tenido esa sensación liberadora al deshacerme de cosas que no eran esenciales en mi vida, o mi quehacer diario.

Ahora vengo y me entero de que, el acto de tirar triques viejos que hemos llevado a cabo toda la vida, alguien lo convirtió en la esencia de su vida, y le puso como nombre “estilo de vida minimalista”. Lo cual me hace sentir un poco más sofisticado, y en boga.

Además es muy atractiva esta idea, pues, como todo el mundo sabe, no hay mejor lugar para crear alguna obra, que una hoja en blanco, un lienzo nuevo, o un espacio vacío.

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