miércoles, 1 de enero de 2014

EL CONSUELO DE LOS PENSADORES.

Ayer, como parte de un ritual espontáneo de fin de año, me puse a hojear papeles viejos que suelo acumular por todos los rincones de mi dormitorio. Entre mi desorden me encontré con unas paginas, que escribí hace mas de dos años, y que en su momento transcribí a texto digital y lo publique en alguno de mis blogs anteriores, pero que con el tiempo y el tras papeleo digital, dichos archivos se perdieron.

Entonces decidí iniciar este 2014 transcribiendo este articulo, de hace tiempo, para publicarlo de nueva cuenta. Los años nuevos siempre traen expectativas nuevas, y una manera efectiva de llenar y cumplir dichas expectativas, es apoyando nuestras acciones en el aprendizaje, que nos ha dado nuestro pasado.

Este articulo que ahora transcribo es sobre una re-lectura que hice del Diario de Ana Frank. No habla de los hechos narrados en el libro, mas bien habla sobre mis sensaciones al momento de leerlo, así que este articulo esta libre de spoilers.

Si no han leído el libro, pueden leer esto con toda confianza, y posteriormente leer el Diario de Ana Frank, que a mi parecer es una lectura indispensable.


06 de Noviembre del 2011.

Hoy conseguí por fin una copia propia del Diario de Ana Frank. No se porque había postergado durante tanto tiempo el comprar mi propia copia. Será que es una de esas cosas que, no nos parecen urgentes pero cuando por fin las realizamos, resulta que eran mas importantes de lo que pensábamos.

La primera vez que leí el libro de Ana Frank fue en la biblioteca de la facultad de Arquitectura, en el tiempo en que estaba estudiando. Leía el libro yendo a la biblioteca entre clases, de esta manera terminé de leer el libro en un par de semanas. Eran tiempos duros, aun más que ahora, y yo siempre he tenido la costumbre de trabajar menos que el sastre de Tarzán, por lo tanto ya se imaginarán mi situación.

Hoy lo he leído completo en una sola tarde-noche, aunque no por ello la experiencia ha sido menos conmovedora que la primera vez, incluso me atrevería a decir que quizás, esta re-lectura, ha sido mas intensa que la primera ocasión. Pues aunque los libros siempre son los mismos, las personas a diferencia de los libros, cambiamos constantemente.

La primera vez que leí esta obra debo de haber tenido 17 años. Ahí me encontré con el hecho de que, hasta una niña de 14 años, podía escribir un libro poco a poco y con el trabajo acumulado de muchos meses. Y que clase de libro.

Recuerdo que en ese momento me sorprendió la claridad de miras que una niña adolescente, incluso mas joven que yo, había podido tener aun durante la segunda guerra mundial. Sobre todo la capacidad para poder transmitir dichas ideas. No se percibía el simplismo, ni la superficialidad que uno se esperaría de una niña adolescente, por lo menos que uno se espera de las niñas adolescentes de hoy en día.

Ahora, casi 10 años después de que leyera su libro por primera vez, creo que mi lectura ha sido mucho mas profunda.

Lo primero que uno se encuentra ante este libro es lo ridícula de la situación que supone una guerra. No me cabe en la cabeza que una niña con una libreta y una pluma, sea mas sensata y con mejor criterio, que un grupo de adultos, pagados de si mismos, y cargados de armas, bombas, barcos de ataque y tanques de guerra.

El ser humano es la criatura mas contradictoria del planeta.

Mi primera lectura de este libro se trató de una lectura de descubrimiento, en donde muchos de los conceptos o situaciones que Ana Frank narraba, yo los leía y me enteraba de ellos por primera vez. Ahora en cambio, a la luz de mis propias experiencias vitales, y de poseer un conocimiento mas completo sobre la historia de la segunda guerra mundial, me pareció un libro sumamente triste y desgarrador.

Especialmente, saltaron hacia mí, fragmentos de la prosa en donde Ana Frank se preguntaba si la narración de una adolescente acerca de ocho judíos, escondidos en un anexo, podría interesar a alguien, como para leerla algún día. La pequeña Ana nunca se imagino cuan leídas serian sus líneas alrededor del mundo.

En esta re-lectura descubrí también algunas ideas, o conceptos, que Ana Frank describe con una naturalidad de niña de 14 años, pero que a mi en lo personal, me tomarían hasta los 20 años de edad, si no es que mas, el poder comprender, y aun mas, el poder verbalizarlos sobre un papel de manera entendible.

Esa capacidad, y la precocidad de su filosofía de vida, dejan ver lo adelantada que estaba a su tiempo, pero también que, de no haber muerto en un campo de concentración Nazi, seguramente habría llegado muy lejos con su sueño de ser periodista.

Aunque pase el tiempo, no se puede cambiar lo que esta hecho. Afortunadamente, y como escribí líneas atrás, las personas si nos encontramos en constante cambio. Y las heridas que dejo el horror del holocausto, de las cuales la historia de Ana Frank es solo una entre millones, aun el día de hoy y gracias a este tipo de testimonios, aun siguen vivas y de cierta manera aun nos duelen a todos.

El tiempo también trae siempre la promesa de algo mejor. Mañana podrás ser aquello que no eres hoy. Mañana quizás te puedan leer unas personas que puedan entender lo que hoy escribes, y que en este momento nadie comprende. Mañana, tal vez, existirán personas que piensen como piensas tu el día de hoy, y esto quizás suceda en gran medida gracias a ti. Ese es el consuelo de las personas pensadoras. Personas como Ana Frank.


Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra.; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti.
 -John Donne, Devotions Upon Emergent Occasions.

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