Este artículo fue escrito y publicado originalmente para la extinta página de WACHA.tv en el 2012.
Todo mundo está hablando sobre redes sociales, son lo de hoy. Y al igual que en su momento la radio, el cine, o la televisión fueron objeto de diversos estudios científicos acerca de cómo cambiaban el comportamiento de la gente, el Internet y las redes sociales parecen ser, desde hace ya varios años, las nuevas cabezas de turco.
Recuerdo haber leído hace mucho un estudio de los años 40, que afirmaba que los comics podían despertar en la juventud actitudes violentas de una manera nunca antes vista, y advertía sobre los peligros de su lectura.
No debería sorprendernos este tipo de actitudes fatalistas ante las nuevas tecnologías, si tomamos en cuenta que cosas tan divinizadas en la actualidad como lo son los libros (quienes los leen suelen ser considerados como individuos más inteligentes que el común de las personas) en su momento también fueron cuestionados y acusados de provocar enfermedades a quienes los leían.
Por ejemplo el personaje de Alonso Quijano (Don Quijote en la novela de Cervantes) se volvía loco por pasar todo el día leyendo libros de caballería, hasta el punto en que sus amistades tuvieron que quemar sus libros para intentar salvarlo de la demencia.
Las líneas anteriores a modo de reflexión sirven para dos cosas, y no se preocupen, no voy a decir una grosería. Primero que nada sirven para demostrar que, además de guapo, soy muy inteligente. Y en segundo lugar, y por lo tanto menos importante, sirve para darnos una perspectiva del patrón de acusaciones que tienen que seguir todas las nuevas tecnologías, en el largo e ingrato camino hasta convertirse en la norma a la que ya nadie presta atención.
Por ejemplo, desde hace décadas, nadie más publica estudios científicos culpando a las historietas de la violencia que demuestran los jóvenes.
Y es importante mantener este tipo de cosas en perspectiva, sobre todo en la actual era de la “infoxicación” para dar su justa dimensión a noticias como la que se dio el día de hoy. La Escuela de Negocios de Chicago ha concluido un estudio que se realizó para conocer el nivel de adicción de herramientas como las redes sociales o el correo electrónico.
Los resultados serán la delicia de los Psicólogos de Tele tienda amarillistas y de Pastores Evangélicos apocalípticos, pues según los resultados Twitter podría ser más adictivo que fumar o beber alcohol.
El equipo dirigido por Hofmann evaluó el comportamiento de 205 personas, de entre 18 y 85 años, en la ciudad alemana de Würtzburg. Los datos obtenidos determinaron que la red social de micro-blogging encierra una adicción difícil de resistir, tanto o más que los cigarros o el alcohol.
"Algunas actividades fisiológicas como el sueño o el sexo pueden generar impulsos más fuertes, pero la gente es más propensa a ceder a las necesidades digitales", afirma Wilhelm Hofmann, director del equipo que realizó el estudio.
"Hay personas están más atentas a los tweets que a las conversaciones donde están físicamente presentes". "Esto se debe a que la tentación digital es, en comparación con el cigarrillo y el alcohol, más difícil de resistir, porque se percibe como menos peligrosas y sin gasto asociado". En otras palabras, es más barato, fácil y mejor visto “twittear” o “facebookear” que tomar alcohol, fumar, o sostener una conversación cara a cara.
Me temo que este tipo de noticias se harán cada vez más comunes, de la misma forma en que lo vienen haciéndose ya desde hace varios años.
Encabezados como “Enajenación por Twitter causa rebeldía en los jóvenes” o peor aun “Vlogger pierde el control y abre fuego en su escuela” serán cosas que dentro de poco nos tocará ver, puesto que la historia es cíclica.
De hecho y a juzgar por los recientes acontecimientos en nuestro país (y en otras partes del mundo) no me sorprendería que alguien este ya preparando el estudio sobre la rebeldía que causa Twitter entre los jóvenes.
La pregunta que debemos hacernos ante esta nota y las notas que le seguirán es: ¿Son realmente las tecnologías los causantes de estos comportamientos? ¿Es acaso que no hay en la vida de las personas una infinidad de estímulos diversos e independientes capaces de detonar estas conductas?
Si de verdad los videojuegos hubieran sido causantes de todos los males que en los años 90’s se les adjudicaron, entonces hubiéramos tenido ejércitos de niños violentos abriendo fuego con las armas de sus padres por las calles (yo entre ellos). Sin embargo fueron solamente casos aislados tanto que podemos contarlos con una sola mano.
¿Será que Don Quijote se volvió loco por leer libros compulsivamente, o será acaso que Don Quijote leía libros compulsivamente porque ya estaba loco?
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