martes, 5 de agosto de 2014

DÍA DE LA MAESTRA.

En esta ocasión he transcrito dos páginas en las cuales hablo sobre un par de maestras que me dieron clase en aquella época, y particularmente sobre lo que nos provocaban estas mujeres, siendo nosotros unos estúpidos de 15 años.

Decidí romper el orden cronológico un poco, ya que originalmente entre la página del 1 de septiembre del 2000, y la página del 13 de septiembre del 2000, existe un texto del 10 de septiembre del 2000, el cual publicaré el día de mañana. Esto simplemente para unir las dos páginas que hablan sobre maestras y darle un poco mas de unidad al tema.

En medida de lo posible he ido publicando estas transcripciones en el orden cronológico en las que las escribí. Aunque como lo habrán notado algunos textos de mi diario de secundaria no tenían fecha. La costumbre de poner la fecha en las páginas del diario fue algo que implementé hasta mi época de preparatoria. Por lo cual de ahora en adelante todas páginas que transcribiré tendrán al inicio su fecha y en algunas ocasiones un título, que solía ponerles cuando la creatividad me lo pedía.

Por cierto, si han leído los artículos de mi diario de secundaria, y se preguntan si “el zurdo” al que hago referencia en ellos, y “el zurdo” que menciono aquí es el mismo. En efecto es el mismo. Ambos estuvimos en la misma escuela desde primaria hasta la preparatoria.


01 de septiembre del 2000.

En el curso propedéutico nos da clases de orientación (o de no sé qué) una maestra que, para ponerlo en palabras de mi amigo “el zurdo”: "Está bien buena y tiene unas nalgas bien ricas" (por favor, recuerden que teniamos 15 años). Y debo agregar que estoy de acuerdo con lo descrito anteriormente.

Tengo que admitir que la profe es ya una señora, y de lo poco que me enteré de lo que nos ha contado, tiene unos hijos de nuestra edad si no es que mas grandes. Y digo "de lo poco que me enteré, pues desde que algunos de mis compañeros de salón, entre ellos “el zurdo”, me hicieron notar lo jugosas y generosas de sus curvas (señoras curvas, como dijera Don Ramón) durante sus clases no he hecho más que recrearme con los bamboleos de su cuerpo y las ocasionales marcas de sus pantaletas que se insinúan aún por encima de sus pantalones entallados, que no dejan nada a mi imaginación, pero que hacen que se despierte.

Eso sí, la maestra siempre permanece protegida por su ropa, que a pesar de lo ceñida que pueda estar, se mantiene conservadora como corresponde a una señora de su edad. Porque es verdad que todos podríamos ser sus hijos, aunque en realidad la mayoría preferiríamos precisamente hacerle uno.

En una de las últimas clases que tuvimos con esta maestra (todo lo bueno se acaba), la profe regañó al “zurdo” sin razón. La profe pensó que “el zurdo” estaba hablando y en realidad no estaba haciendo nada malo (cosa rara en él), y aun así la "sexy-maestra-madura" lo regañó. Esto que viniendo de algún maestro hombre, o de alguna maestra "vieja bruja", hubiera ameritado una lluvia de insultos y descalificaciones en secreto, en esta ocasión al “zurdo” no le quedó otra más que resignarse y, según sus propias palabras, " perdonarla porque está bien rica". Amén por eso.


13 de septiembre del 2000.

El primer día de clases de la prepa fue muy parecido mi primer día de clases de la secundaria. Llegué por la mañana, el panorama era oscuro, hasta un poco triste, adormilado, frío, silencioso, todo vacío. Yo con la resignación de que me pasaría los próximos dos años de mi vida encerrado entre esas paredes grises, pero estaba bien, porque sé de antemano que esto sólo será una etapa más de mi vida.

Pero a diferencia de mi primer día en la secu, que la bienvenida nos la dio el profe Efrén. En esta ocasión la encargada de darnos la bienvenida (muy bien venida) fue la profe Yolanda. Yo estaba sentado enfrente del escritorio, así que estuve en primera fila cuando al presentarse se puso de pie enfrente de su escritorio para hablarle al salón. Así que durante un largo rato estuve solamente viendo su entrepierna, mientras ella continuaba hablando y moviéndose ocasionalmente, lo cual hacía que se moviera también la parte de su cuerpo que yo estaba viendo.

Lo que más me llamó la atención de la profe Yolanda es que, vista de frente, en medio del triángulo que hacen sus dos muslos y su pubis, se forma un hueco que deja ver hacia el otro lado. O sea que puedes ver lo que hay detrás de ella, incluso si ella tiene las piernas cerradas. Eso es algo que nunca había visto en ninguna mujer, por lo menos en vivo. Ni siquiera en compañeras de mi edad, pero sé que es algo bueno, porque en un artículo del periódico leí una vez que ese era el tipo de trasero perfecto (o más bien dicho el tipo de caderas perfecto).

Yo no sé, yo prefiero que el tipo de trasero carnoso, lo curioso es que la profe Yolanda también lo tiene así. Al respecto de la profe Yolanda, "Chupi" me comentó que de seguro no le molesta usar tanga porque ya tiene callo. Tiene que usar tanga a fuerza porque no se le marca ningún tipo de ropa interior. Todos los hombres de salón nos dimos cuenta de eso.

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