Me encuentro dentro de mi casa. Allá afuera hay calma, solamente un susurro, y poco a ocho me hago consciente de lo que hay a mi alrededor. No solo en mi habitación sino afuera de ella, mi casa, las casas de al lado, mi cuadra, mi manzana, la colonia en donde vivo.
Poco a poco voy extendiendo mi conciencia, a través de la imaginación, hacia los cerros y montañas aledaños. Calles avenidas, automóviles, uno tras otro, tras otro…
Cientos y miles de personas a mi alrededor, todas en sus ocupaciones, todas con sus pensamientos individuales, todas trabajando o descansando, pero todas existiendo. Todos somos lo mismo, todos venimos, estamos y vamos hacia el mismo lugar. Y sin embargo estamos tan distantes uno del otro.
La existencia es como un enorme tejido. Los hilos son la vida de cada persona, de cada uno de nosotros, estos se van trenzando poco a poco hasta que formamos un enorme telar cósmico, que se encuentra en todas partes y en ningún lugar al mismo tiempo.
La vida es un hilo, la existencia un telar y nosotros, los individuos, somos las agujas.
Pero ¿Qué es este telar? ¿Cómo es este telar? ¿Existe realmente este telar cósmico? Al parecer no puede saberse, todos percibimos la realidad, pero eso tampoco prueba nada.
¿Qué pasara cuando todo esto termine? ¿Qué pasa cuando llegamos al borde del telar y ya no hay mas tejido por hacer? ¿Es acaso que la aguja se va a otro lado, en donde hay otro tejido después de este, para seguir haciéndolo? No podemos saberlo.
Pero hay algo que si sabemos. Al llegar al borde del tejido, el hilo que ahí concluye es el mismo que ayuda a consolidarlo, es decir al llegar al borde, el hilo forma un nudo que hace más fuerte al tejido y evita que este se deshaga por sus bordes.
No puedo saber si para las agujas habrá más trabajos por hacer, solo sé que gracias a ellas se forma una obra de arte excelsa: la propia existencia. Con nuestra vida formamos el telar y lo consolidamos con el nudo de nuestra muerte.
Debemos preocuparnos por hacer un hilo que valga la pena, para que al final, lo consolidemos con un nudo trascendental.
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