En el principio, los Blogs eran una especie de diario personal en el cual los autores exponían pensamientos profundos que la mayoría de las veces, ya sea por el ajetreo del diario, por el hastío de la convivencia cotidiana, o por simple pudor intelectual, no se atrevían (¿no “nos” atrevíamos?) a compartir con las personas más allegadas. Sin embargo nos damos el permiso de hacerlo en un medio en el cual, potencialmente, podría leerlos todo el mundo.
Tengo una conocida que lleva un blog desde el 2002, lo inicio precisamente en un periodo en que se encontraba viviendo en un lugar lejano y con pocos amigos. La escritura periódica de sus ideas, con la posibilidad de ser leída por conocidos y extraños fue una especie de terapia ocupacional, que sin embargo, iba más allá de la mera ocupación motora. Uno puede distraerse barriendo las hojas del jardín, resolviendo crucigramas o escribiendo en un blog, de los tres anteriores solo uno dejaría un registro interesante al cual se puede volver, no se a ustedes pero a mí no me interesa leer crucigramas resueltos.
Esta situación me recuerda a la película “The Beaver” en México renombrada “Mi otro yo” en la cual Mel Gibson interpreta a un ejecutivo casado con Jodie Foster que sufre de una profunda depresión, al grado de dejarlo incapacitado para cualquier tipo de interacción.
Hasta aquí todo normal, a no ser por el pequeño detalle, de que si yo fuera Mel Gibson y estuviera casado con Jodie Foster, me sería demasiado difícil entristecerme ya no digamos caer en una depresión severa, pero bueno, estamos hablando de ficción, jo.
Lo mejor viene cuando a Mel Gibson, vaya a saber Dios Richard Dawkins porque, le da por ponerse un muñeco tipo muppet en la mano, y desde ese momento su personalidad cambia. Comienza a ser asertivo, con presencia de ánimos y comienza nuevos proyectos en su trabajo, pero todo esto hablando a traves del muñeco.
La premisa de la película no es del todo descabellada, todos hemos experimentado esa sensación de distanciamiento psicológico que tiene sobre nosotros cualquier clase de aditamento ajeno a nosotros. Por ejemplo en las fiestas de Halloween, todo mundo actúa diferente cuando esta disfrazado. En alguna ocasión un maestro de teatro nos comentó que en una ocasión el vestuario para una obra de teatro no estaba listo y tuvo que salir a escena con un pantalón que era de su guardarropa personal, recuerda que se sentía extraño sobre el escenario y no pudo concentrarse del todo durante la función. Desde luego la ropa no cambia realmente nada en nosotros, salvo por el factor psicológico.
Lo mismo ocurre cuando te pones un muñeco en la mano y comienzas a interactuar a través de él (yo mismo lo he experimentado), si la gente ya no se dirige hacia ti, sino hacia tu mano, te quitas de encima el peso psicológico de la interlocución. De tal forma que veo plausible que una terapia de interacción a través de un muñeco, podría ser útil para individuos con casos de alienación social.
Al respecto se me ocurre que, en ciertos casos, los blogs pueden tener el mismo efecto disociante, no son pocos los casos de personas que abren blogs anónimos con el único propósito de desahogar cosas que no pueden o no se atreven a decir con su identidad real. Incluso me ha tocado ver gente que abre blogs para postear fotografías periódicas de ellos, mientras se someten a régimen de dietas o ejercicio, a modo de mantener la motivación, todo esto la mayoría de las veces desde la seguridad del anonimato.
Me queda claro que un Blog no es como un diario personal. Un diario personal lo guardamos al fondo del cajón más inaccesible, y lo cerramos con llave, un blog en cambio es una bitácora personal que queremos compartir con todo mundo desde aquí hasta la China, no lo guardamos en un rincón oscuro, más bien lo ponemos en la entrada de nuestra casa para que cualquiera que pase lo vea y se lleve su ejemplar si quiere. Un Blog es el “anti diario personal”, es el manifiesto de la abolición de la privacidad, al menos en cierto modo.
Hace muchos años, cuando esto estaba empezando leí que la red se estaba convirtiendo en una reunión de solitarios deseosos de compartir su aislamiento, han pasado más de 10 años y aún ahora creo que esa frase tiene algo de razón.
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