viernes, 1 de agosto de 2014

SOCIEDAD DILUIDA


 
Realmente es emocionante la cantidad de cambios que suceden a diario justo ante nuestros ojos. Ya lo he escrito varias veces en otros artículos, pero no me cansare de repetir que, hasta hace apenas unos 300 años una persona podía hacer lo mismo, desde que nacía hasta que moría, sin tener la necesidad de cambiar nada en su vida.

Las generaciones que surgimos de la revolución industrial en adelante, no podemos darnos ese lujo, e incluso no descarto el día en que, para sobrevivir, debamos cambiar nuestros paradigmas en un ritmo semanal. Pero bueno, nuestra descendencia ya tendrá tiempo para ocuparse de esas cosas, por lo pronto hablemos sobre nuestros asuntos inmediatos, que con eso ya tenemos suficiente.

Hace unos cuantos días comentaba con un amigo, y creo que ustedes estarán de acuerdo, en que las modas cada vez tienen menos duración, es decir las modas se están volviendo muy pasajeras, cada vez son más efímeras. No se que piensen ustedes, pero por ejemplo, me parece que la gente ha dejado de hablar muy pronto de “la enorme e internacional artista Lady Gaga destinada a ocupar el trono de Madonna”. Solo basto que apareciera una “One Hit Wonder Star” como “Adele” para que todos los reflectores se fueran sobre ella, y no me sorprendería que “Rolling in the Deep” sea lo único que lleguemos a escuchar, masivamente, de ella.

Esto denota un creciente interés y necesidad de nuestra sociedad por la novedad y por lo inmediato. Lo cual yo lo traduciría en la frase: "Quiero algo que no haya visto antes, y lo quiero ya". Esta necesidad de novedad e inmediatez parece hacerse cada vez más grande.

En un artículo anterior me tocó ensalzar los beneficios que nos traía la inmediatez. Para no ir más lejos, el hecho de que ustedes me estén leyendo en este momento, es prueba de la enorme ventaja que nos dan las herramientas de esta nueva era. Sin embargo, y como el lugar común lo dicta, el Internet no es más que “un arma de doble filo”, y para utilizarlo apropiadamente debemos contar con manos hábiles y bien entrenadas.

En opinión de Robert Greene, autor entre otros libros de “Las 33 estrategias para la guerra”, la sociedad se encuentra en un momento peligroso, quizás un momento de inflexión (eso ya el tiempo lo dirá) en el que nos acecha el peligro de (para utilizar las palabras del escritor Andrew Keen) "el culto al amateur".

"If we are going to civilise the internet, if we are going to make it a place that we can enjoy going, then we need rules" -Andrew Keen.

Personalmente no comparto algunas de las ideas que expone este autor, sin embargo en los últimos tiempos si he podido notar una especie de preferencia hacia lo que está hecho con pocos recursos, lo cual no es malo, y con poca experiencia lo cual en algunos casos si llega a ser un punto negativo.

Desde niños experimentamos la frustración de no poder tener lo que queremos. Nuestro aprendizaje del habla fue lento, paulatino, en ascenso y seguramente (no lo recordamos pero seguramente) lleno de frustraciones al no poder expresar nuestros pensamientos en palabras que entendieran las otras personas.

Poco a poco fuimos adquiriendo palabras, juntando palabras hasta adquirir frases, y juntando frases hasta adquirir patrones del habla. Esto resulta un proceso lento y  tedioso, sin embargo nuestra curiosidad, el ansia de saber, y nuestra poca experiencia en cuanto al concepto del tiempo, hacían que siguiéramos intentando sin preocuparnos, ni desesperarnos, hasta el punto de abandonar nuestros intentos. Finalmente todas las personas que vivimos en sociedad contamos con, por lo menos, un idioma materno.

Así es como funciona la naturaleza de las cosas, aprender y dominar algún oficio, algún deporte, o alguna disciplina implica un procedimiento imposible de evitar, y en el cual no existen atajos. Actualmente la velocidad creciente de la tecnología pareciera que en algunas personas (un servidor incluido) hace renacer este defecto de carácter infantil.

Quienes somos adultos y tenemos el tiempo suficiente como para recordar los tiempos, y la vida previos a la computación, podemos darnos cuenta de la diferencia enorme que hay entre trabajar, hacer la tarea, estudiar, ir de compras, y divertirnos (entre otras cosas) con o sin Internet. Sin embargo no deja de resultar inquietante el hecho de que poco a poco, habrá generaciones para las que la inmediatez y la rapidez, serán una norma y no una opción.

En Internet podemos hacer conexiones instantáneas, prueba de esto es este mismo artículo en el cual ustedes ya han estado expuestos a varias referencias externas que tienen que ver con este tema, y a las cuales pueden acceder con un simple clic, lo cual les facilita el acceso a esas informaciones, pero al mismo tiempo los puede privar del tiempo y la ocasión necesarios para reflexionar y elaborar alguna postura propia respecto a este tema.

Muy probablemente, debido a las mismas facilidades que nos da la tecnología, muchos y muchas de quienes lean este artículo solamente se quedarán con mi opinión, o la opinión de algunos de los autores citados aquí mismo, cuando lo ideal sería que después de leer este artículo, lo contrastaran con alguna de la información de los enlaces que aquí se encuentran, y ¿Porque no? Investigar y buscar por su cuenta algunas otras fuentes y puntos de vista al respecto. Para posteriormente, dedicarle algunos minutos, horas, o días de reflexión al respecto, hasta obtener un punto de vista propio, bien pensado, bien contrastado, y con un poco de suerte hasta novedoso.

Esto que hasta hace 20 o 30 años hubiese sido factible, actualmente se dificulta mucho, ya que al terminar de leer este artículo muy probablemente ustedes pasen a leer algún otro artículo, o ver algún video en youtube, o escuchar alguna canción en iTunes. Como vemos, la paradoja de la era digital es que al tener más tiempo libre, cada vez tenemos menos libre nuestra mente.

Pero regresando al punto de la impaciencia y el ansia de novedad e inmediatez que parece permear la cultura moderna (como se darán cuenta un servidor también tiende a divagar, son cosas inherentes al trastorno por déficit de atención, que se le va a hacer).

La acumulación de conocimiento y experiencia siempre, por naturaleza humana, nos ha parecido innecesaria, lenta y aburrida. Aprender debería ser divertido sencillo y por ende parecernos algo rápido, habemos personas que todavía tenemos esperanza de que esto sea así algún día. Pero mientras tanto el aprendizaje siempre ha sido, es, y probablemente será un proceso lento, largo, y tedioso debido a la necesaria repetición a través de periodos largos de tiempo, para poder asimilar ciertos conceptos.

Internet nos facilita el pasar con rapidez de un tema a otro, lo cual nos crea la tendencia al manejo de amplitud de temas en lugar de la profundización y asimilación de conocimientos importantes. Lo inmediato le gana la partida a lo importante en el mundo de Internet.

Cuando navegamos en Internet tendemos a transitar de aquí para allá, de un lado a otro, enterándonos y entreteniéndonos más que ocuparnos de llegar al fondo de algo, o de tratar de descubrir cómo funciona alguna cosa. Digamos que en general la mayoría de las personas se conforman con saber qué es lo que está pasando, y no buscan averiguar el por qué esta pasando determinada cosa.

Este nuevo patrón de pensamiento podría acarrearnos un inconveniente al cual el autor Robert Greene ha bautizado como "cortocircuito". Robert Greene nos dice: "llegar al final de algo, dominar un procedimiento, requiere tiempo concentración y energía (...) las cosas no se hacen bien cuando se pierde la concentración, y por eso vemos cada vez más productos de mala calidad, hechos con menor atención a los detalles".

Estas últimas palabras me parecieron especialmente significativas. ¿Cuántos de nosotros no hemos dicho alguna vez que los productos de antes tenían mejor calidad, que en nuestros tiempos los juguetes si estaban bien hechos, y que los aparatos electrónicos parecen estar diseñados para durar cada vez menos?

Dejando de lado algunas teorías cuasi-conspirativas (que algo de verdad tienen), es de llamar la atención el hecho de que, en general, las cosas alrededor de nosotros pareciera que tienden hacia lo efímero.  Esto me sugiere la idea de que podríamos estar, poco a poco, convirtiéndonos en una cultura de lo efímero, de lo diluido, una cultura en la que nada esté hecho para durar. Lo cual obviamente no se limitaría sólo las herramientas, los artículos, las cosas materiales, sino también podríamos inclinarnos hacia lo efímero y diluido en cuanto a ideas, conceptos, ¿ciencia?, hasta conseguir unos valores y ética diluidos.

Recordemos que todo lo que se diluye tiende a desaparecer, y si poco a poco damos preferencia a lo inmediato, lo efímero y lo diluido, debemos cuidarnos de no pasar la línea que nos lleve hacia lo inexistente.

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