miércoles, 27 de agosto de 2014

ES MAS SENCILLO PARA UNA MUJER...

En este texto cuento una curiosa anécdota que me sucedió con Mónica, una compañera de salón de la que hablé en la transcripción anterior. Aquí se refleja, como ya lo mencionaba en entradas anteriores, la hipérbole permanente en la que viven todos los adolescentes respecto a las situaciones que atraviesan, o que se desatan a su alrededor.

Considero valioso el tener presente este tipo de detalles, propios de la adolescencia, sobre todo en personas que deban tratar cotidianamente con jóvenes que están viviendo esta etapa.

Honestamente, por mi cabeza pasó la idea de eliminar esta página, y no publicarla, pues lo que aquí describo puede resultar demasiado revelador, respecto a mi "yo adolescente", e incluso cae en el mal gusto.

Pero a fin de cuentas, estas transcripciones las hago simplemente porque me parece muy divertido contemplar lo simplón, que era yo, en aquellos tiempos. Así que finalmente decidí que estas cosas pasaron hace mucho tiempo, y por lo tanto no deberían representar ningún problema para mí. Se trata simplemente de momentos por los que todos (hombres y mujeres) pasamos en la vida.


3 de Octubre del 2000.

Hace unos días pasó algo muy curioso, y cuando digo curioso quiero decir algo muy excitante. Sucede que Mónica, "Chupi", Juan Carlos y yo, fuimos a "Soriana" después de clases a gastar algo de tiempo... dinero no, porque no teníamos. Es curioso cómo algunas chavas se sienten mejor acompañadas por hombres, Mónica no es la primera que veo que se comporta así. Recuerdo una tal "Chela" en la secundaria, que viéndola a lo lejos y descuidadamente era muy fácil confundirla con un vato.

Pero bueno, regresando a lo de "nosotros en soriana". Adentro de "soriana" uno de mis lugares favoritos es la revistería, ya he escrito aquí varias de las aventuras que he tenido en esa revistería, pero ninguna de ellas habian sido en compañia de una mujer.

Pues estábamos en la revistería hojeando algunas revistas, y me llamó especialmente la atención una portada de "Semanario de lo insólito". En la portada anunciaban un artículo de un tipo que se dedicaba a pintar cuadros, obras de arte, pero en los traseros de mujeres en la playa, aprovechando que llevaban bikinis o cosas mas pequeñas.

Y al lado mío estaba Mónica, de blusa color púrpura (púrpura-rojo-yo que sé) y un pantalón acampanado deslavado en pantorrillas muslos y trasero (como si necesitaran llamar más la atención, de nosotros los hombres, sobre esos puntos). No pude evitar soltar el típico comentario, al darme cuenta de que ella también estaba viendo esa portada: "¡Uy! Ya sé lo que voy a ser cuando sea grande…"

No es que me arrepienta de haberlo dicho (de hecho inmediatamente cubrí mi comentario añadiendo: "Voy a ser contador público… ¡Ja! Nada que ver"). De lo único que podría arrepentirme es de haber hecho un comentario que a cualquiera se le pudo ocurrir. Esto de intentar parecer inteligente delante de las mujeres, creo yo, que no es lo mío.

Creo que mi principal problema es que cuando mi cerebro debería concentrarse en hacerme parecer inteligente, está ocupado imaginándome a mí pintando cuadros en el trasero deslavado de Mónica.

Una vez que terminamos de "no hacer nada" en "soriana" caminamos a la parada del camión para que cada quien agarrara su camión. Esto no tiene nada de especial, es algo que hacemos todos los días. Lo que si ocurrió de especial esta vez es que Juan Carlos, no sé por qué maravillosa razón, tuvo el afortunado accidente de aventar juguetonamente a Mónica de espaldas hacia mi. De tal manera que en vez de frotar un pincel en su trasero, termine frotando algo más personal y más pegado a mi cuerpo.

Este contacto "nalgui-genital" no debe de haber durado más de un segundo (aunque para mí fue demasiado, y demasiado poco al mismo tiempo) aunque esos escasos instantes fueron suficientes para poder sentir y recrearme con sus redondeces traseras, que aunque no eran abundantes, eran de notarse.

Una cosa que hay que dejar en claro, Mónica es una chava pequeña de curvas moderadas, sus pechos y su trasero (deslavado) son más bien modestos, nada llamativos para un observador casual a lo lejos. Pero resulta que en ese momento yo no estaba lejos, si no mas bien, muy cerca. Por lo tanto mi percepcion fue la de el mejor trasero del mundo.

Lo anterior, como ya dije, sólo fue un segundo, y con todo y todo, me tardo bastantes líneas en describir mis sensaciones. Supongo entonces que ni siquiera un millón de palabras serán suficientes para describir las sensaciones que experimenta un hombre al hacerlo con una mujer.

Claro que después de esto ambos hicimos como si nada pasara, mi ego de macho mexicano añora pensar que ella sintió y se conmovió con el “enorme tamaño” de “mi erecto pene lleno de venas y vello púbico”. Pero la verdad dudo mucho que haya notado algo, y mucho menos tan vívidamente como yo.

La moraleja de esto es que, es más sencillo para una mujer provocar sensaciones en un hombre. Lo cual no estoy seguro si es algo bueno, o algo malo, para nosotros los hombres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario