Siempre me ha llamado la atención el fuego. Siempre he considerado al fuego como un catalizador de ideas. De hecho no entiendo, porque siempre he relacionado el pensamiento con el fuego, o más bien con algún objeto en llamas. No tiene sentido, pues más bien el fuego es un destructor de cosas, incluso de ideas.
El fuego se utiliza para destruir las ciudades, e incluso destruir sus ruinas cuando no se quiere dejar ninguna constancia de que ahí existió población alguna. También se utiliza para destruir las ideas, libros, pergaminos, cualquier cosa que no le guste a los que están en el poder en ese momento.
Afortunadamente la gente ya no quema libros, ahora prefieren quemar al autor directamente. Pero me desvío del tema, les hablaba sobre las llamas.
Desde mi juventud tengo esta fantasía recurrente, una especie de sueño despierto en el que camino por la calle mientras todo está en llamas. Las casas, los automóviles, las personas, los perros, los niños, los ancianos, todos tienen su cuerpo envuelto en llamas, pero sin darse cuenta. Es decir todo mundo continúa caminando, todos siguen con su vida común y corriente sin siquiera darse cuenta de que están envueltos en llamas. Ni siquiera se consumen, o se consumen sus ropas, como si todo estuviera representado solamente para que yo lo disfrutara.
El otro día hubo un incendio en una montaña que se puede ver desde mi casa. Creo que nunca me había tocado ver algo parecido hasta ahora, al menos que yo lo recuerde. Creo que en este punto de mi vida ya no recuerdo algunas cosas.
Me llamo mucho la atención el ver que sucedía algo en lo alto de esa montaña que era grande, impresionante y agradable de ver. Como digo siempre me han agradado las llamas siempre y cuando estén relativamente lejos de mí.
Ver un incendio en lo alto de una montaña es casi como ver algo que está vivo, que es poderoso y que es más grande que cualquier otra cosa viva, que está en lo alto de una montaña desde donde puede vernos a todos. Seguramente el concepto del dios en la montaña nació de alguna experiencia de este tipo en la antigüedad.
Esa visión de fuego en lo alto de una montaña me pareció en lo personal como una señal. Una señal ya no en el cielo, más bien en lo alto de una montaña. Y al mismo tiempo hacia una especie de sonrisa en el cerro, era casi como si el cerro tuviera rostro y presentara un estado de ánimo.
Mientras escribo estas líneas han dado la noticia de que un integrante de una banda de rock se suicido hace unos días (la vieja historia del músico suicida supongo). Los humanos estamos hechos para identificar personalidades hasta en las cosas que no tienen vida (por eso es que hasta un incendio me hace colocarle personalidad a una montaña).
Seguramente es por esa misma facultad, que no nos damos cuenta de cuando alguien cerca de nosotros está muriendo por dentro.
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